El traje de Juan Ramón y los mantones de Zenobia
"Aquí, en esta Casa Grande, nací yo. Platero. Desde el mirador se vé el mar". Efectivamente, desde esa azotea luminosa, a la que Juan Ramón Jiménez se asomó hasta que tuvo cuatro años, se ve perfectamente la ría de Huelva, que parece el mar. Esa inscripción, recogida del libro Platero y yo, se halla en la puerta de la casa natal de Juan Ramón, en Moguer, a la que se han trasladado todos los enseres reunidos hasta ahora en la casa museo, que está siendo rehabilitada de los daños causados en su infraestructura por una plaga de termitas.Es el reencuentro con Juan Ramón, que parece estar vivo en cada rincón de la casa. Está, entre otras cosas, la máquina de escribir negra y pequeña del poeta; las gafas con las que sale retratado en muchas fotografías; sus dibujos infantiles; los cuadros que de Juan Ramón hicieron Daniel Vázquez Díaz y Sorolla; los libros que le dedicaron Vicente Aleixandre, Rubén Darío, Antonio Machado, Manuel Azaña, Rosa Chacel o Pablo Neruda, e infinidad de fotografías del poeta junto a Zenobia Camprubí, el amor de su vida, que sonríe siempre.
El ambiente de la casa natal, convertida ahora en museo, está perfectamente recreado, como destacó el martes la consejera de Cultura, Carmen Calvo, que visitó el lugar. Especialmente entrañable resulta el dormitorio, con el sombrero del poeta, su bata, el traje gris, muy replanchado, con un pañuelo blanco que asoma del bolsillo superior de la chaqueta, el baúl para los viajes y los mantones de Manila de Zenobia.
Una tarde con Juan Ramón. Y con su ironía. Hay una fotografía con la imagen de una mujer que tiene un aparato para aumentar el tamaño del pecho. Juan Ramón Jiménez había escrito al lado: "¿Por qué? El defecto es encanto".
La rehabilitación de la casa museo será larga y costosa. Supondrá una inversión de 100 millones de pesetas, la mayoría aportados por la Junta y por la Diputación onubense. La visita a la casa natal concluye en un patio soleado, con la figura de Platero en los fondos de un pesebre.
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