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Cinco pescadores muertos y 7 desaparecidos al hundirse un barco gallego en la costa de Irlanda

Los temibles caladeros del Gran Sol, junto a la costa de Irlanda, volvieron a convertirse ayer en un cementerio para los pescadores gallegos. Cinco marineros murieron y otros siete permanecen desaparecidos tras el hundimiento del Arosa, un viejo buque de pesca, construido en 1974, con pabellón británico pero propiedad de una compañía armadora de Bueu (Pontevedra). Sólo uno de los pescadores, Ricardo Arias García, de 24 años, natural de Marín (Pontevedra), pudo ser rescatado con vida. De los 13 tripulantes del buque, 10 eran vecinos de diversas localidades de la rías bajas gallegas, y los otros tres, africanos.

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"De ésta no me salva ni la caridad", pensó Ricardo Arias cuando, como al resto de sus compañeros, un fuerte golpe de mar lo arrebató de la cubierta del barco, en una zona rocosa muy cerca del puerto de Rossaveel, al oeste de Irlanda. En ese momento, sobre las 5.20 de la madrugada de ayer, las rachas de viento en la zona alcanzaban los 70 kilómetros por hora, había olas de seis metros y el Arosa había encallado irremisiblemente, a escasa distancia de la costa, cuando pretendía buscar refugio en puerto tras sufrir un pequeño problema mecánico en medio del temporal.Arias, sin embargo, logró alcanzar unas rocas próximas, a las que también llegaron dos compañeros suyos. A los tres los recogió poco después un helicóptero irlandés de rescate. Sólo Arias, que se encuentra fuera de peligro, pudo sobrevivir. Los otros dos habían permanecido demasiado tiempo en el mar y murieron por hipotermia cuando eran trasladados a un hospital de Galway. Horas después, los equipos de rescate (participaron en las tareas tres helicópteros, un buque de la Armada y varios pesqueros) recuperaron otros tres cadáveres.

Además de Arias, componían la tripulación Ramón Pardo Juncal, de 31 años; Eugenio Díaz Carracelas, de 44; Julián Soto Fuentes, de 40, y Francisco Filgueira Fernández, de 35 años, los tres residentes en Marín; Alfredo Estévez García, de 32, domiciliado en Bueu; José Ramón García Figueroa, de 49 años, de Cangas; Luis Miguel Vidal Ribadulla, de 26, residente en Pontevedra; Jesús Lafuente Chazo, de 31 años, de Pontecesures; José Antonio Ferreirós Pérez, de 57, domicilado en Lousame (A Coruña); Albertino Herculiano Dacosta Craviz, de 35 años; Sebastián Vaz de Almeida, de 31, ambos ciudadanos de Santo Tomé y Orlando Soares, de 28, natural de Ghana. Las condiciones laborales en el Gran Sol son tan duras que hace tiempo que los armadores españoles tienen que recurrir a marineros africanos para completar sus tripulaciones.

El Arosa era un buque ya muy gastado por los años, de 35 metros de eslora, 3,6 de calado y 248 toneladas, propiedad de una empresa pesquera de Bueu. Pero, como tantos otros barcos gallegos, se había abanderado en el Reino Unido para acceder a las cuotas de pesca que le corresponden a ese país en aguas del Gran Sol, donde la flota española suele capturar merluza, lenguado, cigala y otras especies. Pese a su nacionalidad oficial, el Arosa solía repartir sus descargas entre el puerto de Marín y el británico de Millford. En Marín estuvo por última vez el pasado día 8, y el 23 acudió a Millford para reponer combustible y vaciar sus capturas. Allí abandonó la tripulación el jefe de máquinas, Manuel González, que se sentía enfermo, por recomendación médica.La noche del lunes, cuando navegaba al oeste de la costa irlandesa, el patrón del Arosa comunicó por radio a otros pesqueros gallegos en la misma zona que iba a recalar en puerto porque sufría un pequeño problema mecánico y el temporal era demasiado fuerte. "Fue una conversación muy rápida y no aclaró más", manifestó ayer, en comunicación telefónica, Francisco Ferradás, patrón del barco gallego Catrúa. "Las condiciones del mar son tremendas estos días", confirmó. "Nosotros no hemos podido faenar, estamos capeando y recibimos unos cacharrazos tremendos de las olas. Ojalá aguantemos como hasta ahora".

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El Arosa se dirigió al puerto de Rossaveel, en la bahía de Galway, pero, cuando estaba a punto de alcanzar tierra, rozó con los bajíos de una zona rocosa conocida como Skerd Rocks y quedó encallado. La llamada de socorro fue captada a las 5.20 horas por los servicios de salvamento irlandés. A los tripulantes les dio tiempo a ponerse los chalecos salvavidas y se aferraron en cubierta para tratar de resistir hasta que llegaran los medios de rescate. "Estábamos todos en línea y agarrados", declaró Arias, que continúa hospitalizado en Galway, sin heridas graves. "Pero venían golpes de mar y cada vez se llevaban a alguien. Al final, me quedé yo solo. Resistí un rato, pero una ola también acabó llevándome. Logré alcanzar las rocas y poco después vi una luz. Fui hacia ella y me encontré con el helicóptero". El barco se hundió las 8 de la mañana.

Las familias se enteraron por la radio. En el puerto de Marín comenzaron a circular las noticias a media mañana, y los barcos que habían salido para participar en un acto de protesta contra la subida de los carburantes decidieron regresar a tierra. Las familias también acudieron al puerto en busca de noticias y se vivieron momentos de tensión ante el hermetismo de los armadores. "Lo que sabemos es por la radio y la televisión", se quejaba Avelino Fernández, hermano de uno de los tripulantes, "nos dicen que aún no han podido identificar los cadáveres y que van a esperar a mañana [por hoy] a ver si el superviviente está en condiciones de hacerlo". La otra cara la mostraba Eugenia García, madre del superviviente, aunque tampoco le faltaran motivos de amargura. "Estoy feliz por mi hijo, pero abatida por los demás; era toda gente de la zona y conocíamos a muchos".

Juan Manuel Muñiz, presidente de la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros, denunció que los barcos que faenan en el Gran Sol bajo pabellón británico apenas son sometidos a inspecciones ya que se pasan el año a caballo entre los dos países. "La mayor parte de la flota es muy vieja, como en este caso, y las condiciones laborales, infames. Éste es un asunto por el que debería vigilar la Unión Europea y, sin embargo, no está moviendo un dedo".

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