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CRÓNICA EN VERDE.

Radiaciones a pequeña escala

Andalucía produce anualmente entre 8 y 10 metros cúbicos de residuos radiactivosDecisión aplazada

Amenaza es la palabra que, en el inconsciente colectivo, suele asociarse a los residuos radiactivos de alta actividad. Tras años de investigación, pocos son los países que se han decidido por un método de tratamiento y gestión definitivo para este tipo de desechos, originados, fundamentalmente, en las centrales nucleares.El almacenamiento en formaciones geológicas profundas (entre 600 y 1.000 metros) es, hasta ahora, la alternativa que cuenta con mayor respaldo científico, y por la que se han decidido países como Estados Unidos, Francia, Alemania, Finlandia y Suecia, aunque ninguno de ellos cuenta aún con una instalación de estas características.

En España este tipo de residuos se está almacenando, de forma provisional, en piscinas situadas en las mismas centrales nucleares, fórmula que podría mantenerse hasta el año 2010. A partir de esa fecha empezarán a saturarse estos depósitos y habrá que decidir otra solución. En principio ese año debe estar ya en funcionamiento un almacén temporal centralizado, paso intermedio antes de buscar un emplazamiento definitivo.

La inquietud que se ha generado en algunas comarcas españolas, entre ellas la cordobesa del Valle de los Pedroches, al considerarse candidatas a albergar un cementerio de esta naturaleza ha obligado al Gobierno a aplazar cualquier decisión hasta el año 2010. De cualquier forma, ya se cuenta con información relevante sobre zonas potencialmente adecuadas e, incluso, se han realizado diseños genéricos para sistemas de almacenamiento profundo en formaciones de granito, arcilla y sal.

En toda su historia, las centrales nucleares españolas han generado unas 2.300 toneladas de combustible gastado, residuos que se incrementan en unas 160 toneladas anuales.JOSÉ MARÍA MONTERO Sevilla

En Andalucía está ubicado el único depósito de residuos radiactivos, de baja y media actividad, que existe en nuestro país. Más de 15.000 metros cúbicos de este tipo de desechos se han almacenado, desde 1992, en las instalaciones de El Cabril, situadas en la cordobesa Sierra Albarrana y gestionadas por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). Cada año se producen en España unas 2.000 toneladas de residuos radiactivos de baja y media actividad (1.000 metros cúbicos), y aunque la mayor parte de estos materiales procede de las centrales nucleares, existe un porcentaje importante que se genera en otras múltiples actividades, desde centros médicos hasta plantas embotelladoras de bebidas.

"Sin contar las 16.000 instalaciones de rayos X repartidas en centros hospitalarios y consultas privadas, en toda España existen unas 1.300 instalaciones que manejan isótopos radiactivos, ya sea para fabricar tejidos, refrescos, zapatos, bolígrafos, cigarrillos o neumáticos, además de las clásicas aplicaciones en medicina o investigación", explica Jorge Lang-Lenton, director de Comunicación de Enresa. Aproximadamente en la mitad de estos emplazamientos se usan radioisótopos de muy baja actividad, de manera que pueden almacenarse en las mismas instalaciones hasta que, en poco tiempo, pierden su condición de residuo radiactivo y se eliminan como cualquier otra basura inerte. En el resto de los casos han de contratarse los servicios de Enresa, que retira los desechos y los conduce a El Cabril.

Por término medio, esta empresa pública se hace cargo, todos los años, de unos 120 metros cúbicos de residuos radiactivos, procedentes de pequeños productores. Por eso, y aunque en suelo andaluz no exista ninguna central nuclear, en toda la comunidad autónoma se generan cada año entre 8 y 10 metros cúbicos de residuos radiactivos, repartidos entre las 89 instalaciones que han debido contratar la asistencia técnica de Enresa. La mayor parte de estos emplazamientos están dedicados a actividades médicas (37), y el resto se dividen entre centros de investigación (29) y diversas labores industriales (23).

Además de las fuentes radiactivas encapsuladas, que se usan en diversos equipos médicos, como sistemas de radioterapia o radiodiagnóstico, e industriales (dispositivos para calibrar el llenado de botellas o el grosor de una lámina de papel), todas estas instalaciones se deshacen de un nutrido catálogo de elementos contaminados: agujas, trapos, algodones, guantes, cadáveres de animales, tubos de ensayo, entre otros. Según la naturaleza de los residuos (sólidos o líquidos), tipo de radiación que emiten y actividad, han de clasificarse y documentarse en origen, disponiéndose en los contenedores adecuados para ellos. Si bien los especialistas de Enresa acuden siempre que se solicita una retirada, lo habitual es que se proyecten dos grandes rutas de recogida a la semana, que abarcan todo el territorio nacional y en las que se emplean dos vehículos de tamaño medio. "Este tipo de residuos", matiza Lang-Lenton, "no plantea muchos problemas técnicos, pero sí que requieren de una cierta logística para organizar de forma ordenada y homogénea la retirada, de manera que todos los productores los preparen de la misma manera y pueda reducirse su volumen al mínimo".

Una vez en manos de Enresa los desechos se clasifican según el tratamiento al que van a ser sometidos antes de ser confinados en los almacenes de El Cabril. Los residuos sólidos que admiten ser presionados sin riesgo se compactan antes de introducirlos en los bidones de inmovilización. Si se trata de residuos biológicos u orgánicos (como cadáveres de animales usados en investigación), se incineran en hornos de alta eficiencia, dotados de filtros que impiden cualquier fuga de contaminantes al exterior, y las cenizas también van a parar a bidones acondicionados. Las agujas, y cualquier otro sólido cortante o punzante, quedan atrapadas en hormigón, material que a su vez se fabrica usando aquellos residuos que se encuentran diluidos en agua.

"Al final", resume Lang-Lenton, "todos los desechos terminan en forma sólida, retenidos en los contenedores del almacén, absolutamente aislados del medio ambiente".

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

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