Alcaín
LUIS CARANDELLSi hay un pintor de Madrid, ése es Alfredo Alcaín; y si hay un madrileño que sea gran pintor, ése es también Alcaín. Así lo afirmo sin ánimo excluyente, porque ésta es una ciudad muy pictórica, como es una ciudad muy literaria. A Madrid le asoma el color por todas partes, azul cielo tirando a violeta, verde encina, rojo ladrillo, sin olvidar los colores "sufridos" de los vestiditos que las mamás encargan para las niñas, cosa notable teniendo en cuenta que a la ciudad le queda mucho del poblachón mesetario, del burgo-fortaleza que un emir cordobés levantó en el "ilustre cerro manchego".
Alcaín expone en estos días -Galería Elvira González, en la calle del General Castaños- una maravillosa colección de dibujos, obra de los últimos seis años del siglo pasado y principios del presente, si es que ya hemos cambiado de centuria, que hay teorías. El lápiz, la pluma, corren con inigualable finura, con suprema elegancia sobre el papel para dibujar formas que parecen geométricas, pero de geometría sin cajas de compases, sin más regla de cálculo que el pulso, el alma del pintor.
Como un escudo heráldico, en el campo euclidiano aparecen rampantes cosas tan poco geométricas como manzanas, peras y alguna otra fruta que Alcaín trae de su anterior etapa. Hay en su currículo una fase de frutas, frescas o confitadas, y, antes, una época de papeles con cenefas como de encaje para los estantes del aparador o la bandejita de dulces. Siempre que le veo le pregunto: "Alfredo, ¿en qué fase estás ahora, las frutas, las puntillas, las tiendas y tabernas de Madrid?". Porque antes de las falsas geometrías, las frutas y fruticas, los papeles del armario, Alcaín pintó una fastuosa colección de lienzos en los que reproducía, pero reproducía a traves de su mirada, a través de su vida, si se quiere, portadas de humildes mercerías, de peluquerías donde "se corta el pelo a señoritas", escaparates con carteles de "huevos frescos de Castilla", estancos con portada de bandera española, chamarilerías o tascas del más puro estilo madrileño... Se pregunta uno, ¿qué espera el Reina Sofía para organizar una exposición antológica de la obra de Alcaín?
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