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Lo raro

Juan José Millás

La primera vez que vi un guardaespaldas pensé que no podía tratarse de una cosa normal y mi padre me dijo que era, en efecto, una rareza que usaban los banqueros y los ministros para no tener que ir disfrazados por la calle. No me pareció lógico, pero hice como que lo entendía y, desde entonces, cuando sale un banquero por la tele, siempre le miro el guardaespaldas, del mismo modo que cuando voy a comer con un amigo que tiene un brazo artificial no puedo dejar de observárselo. A veces me lo deja para que compruebe su eficacia. Quizá el guardaespaldas sea una especie de prótesis orgánica que protege aquellas zonas del cuerpo a las que no te llegas tú, pero no tengo con ningún banquero el grado de confianza que me permita preguntárselo.Casi mejor. Lo raro sólo debe actuar en el ámbito de las situaciones excepcionales, incluso como tema de conversación. Y no podemos aceptar como normal que un ser humano tenga que llevar detrás de sí a otro que le proteja de la agresión de un tercero. Se mire por donde se mire, es una locura. Ahora bien, si por unas circunstancia equis no hay más remedio que los banqueros y los ministros lleven escolta, lo aceptaremos, pero como algo singular y con la idea utópica de suprimir este servicio cuando los banqueros y los ministros desaparezcan por causas naturales.

Dicho esto, he de añadir que vivo en un país donde no es tan difícil ver con escolta a poetas, filósofos, catedráticos y artistas plásticos. Y la llevan porque corren peligro sin ser banqueros ni ministros. "Usted vive en un país absurdo", me podrían decir si comentara esto en Marte. Pues, efectivamente, vivo en un país absurdo. ¿O seríamos capaces de imaginar a Pessoa escribiendo un poema con un vigilante de Prosegur a cada lado? ¿A Descartes protegido por la policía secreta? ¿A Proust vigilado de cerca por un detective con pistola debajo del sobaco? El problema es que sí, que estamos ya en disposición de imaginar un mundo en el que hasta los gorriones necesitarán guardaespaldas para gorjear sin agobios. Por eso hay que insistir en que todo esto, aunque sea habitual, es raro. En cuanto a la gasolina, bajará cuando aumente la competencia.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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