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Dinamarca rechaza ingresar en el euro

Un 53,1% de los daneses desoye la voz de la clase política y se opone a la moneda única europea

Los daneses rechazaron ayer la adhesión de su país al euro en una decisión que, rememorando y repitiendo su célebre no al Tratado de Maastricht en 1992, sume a la Unión Europea y especialmente a la moneda común en una situación de seria dificultad e imprevisibles consecuencias. El pequeño miembro díscolo de la familia europea volvió ayer a sus fueros para negarse rotundamente a lo que su Gobierno y la Unión Europea les recomendaban. Cuando aún por la mañana, el primer ministro socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen manifestaba ante las cámaras y ante los primeros datos que estaba "preocupado, francamente preocupado", aún no conocía el peso de las razones que tenía para ello.

El peso de los sondeos

Por la noche, consciente ya de su tremenda derrota y visiblemente emocionado, Rasmussen decía que asumía la responsabilidad de la derrota y no ocultaba el fracaso propio, de su partido y de todos los partidarios de que Dinamarca estuviera plenamente integrada en los foros europeos en los que, en todo caso, se tomarían decisiones que afectan al país. "Pero que quede claro que no damos la espalda a Europa. No hemos dicho no a la ampliación ni no a la cooperación".El supuesto empate técnico que se había sugerido en los días previos se tornó ayer una sólida victoria de los adversarios del euro. Al final del escrutinio cristalizaba el resultado cruel para los europeístas del 53,1% en contra, y el 46,9% a favor. La participación fue espectacular, casi del 90% de los votos. Todos, incluso los humillados como Rasmussen, se mostraban orgullosos del nivel de participación que demuestra la sociedad danesa. "Tenemos por ello el respeto del mundo", dijo el primer ministro.

Los adversarios del no son una alianza variopinta, con motivaciones diferentes y situados tanto en la izquierda moderada euroescéptica y la radical antiglobalización como en la derecha nacionalista pero en todo caso capaz de vencer en las urnas a los defensores de la adhesión a la moneda, que eran liderados por más del 80% de la clase política, sindicatos, patronal y prácticamente la totalidad de los medios de comunicación.

Un fenómeno que puede ser preocupante a medio plazo es la facilidad con la que la líder del Partido Popular Danés, populista ultraderechista, Pia Kjaersgaard, un personaje que evoca inquietantemente al austriaco Jörg Haider , se hizo con el protagonismo y el liderazgo de la victoria del no a la que han aportado tanto o más los socialistas de izquierda del Partido Socialista Popular.

Aunque los partidos mayoritarios en el Parlamento ya habían dejado claro que el resultado del referéndum no tendría ningún efecto sobre la política interior y la pugna interpartidaria, el estrepitoso fracaso del Gobierno y de la oposición conservadora en convencer a la población de la necesidad de una adhesión al euro para incorporarse plenamente al proceso de unión europea difícilmente quedará sin consecuencias. El miedo a la pérdida de identidad y soberanía por parte de la población de este pequeño país y el terror a un Estado europeo centralizado en Bruselas han sido, según todos los políticos, las motivaciones mayores de la gran movilización lograda por los adversarios a la moneda europea.

Las consecuencias de este resultado, con ser profundas en Dinamarca, son sin embargo mucho más evidentes en lo que respecta a los dos países, el Reino Unido y Suecia, que se aprestaban a celebrar también una consulta popular sobre su incorporación a la moneda europea. Si Dinamarca se despedía ayer por varios años al menos de su incorporación al euro, en Londres y Estocolmo los Gobiernos recibieron ayer una grave advertencia del problema que se pueden crear si tienen el valor de convocar una consulta semejante.

A las 12 de la mañana, el voto negativo aventajaba al positivo en casi cinco puntos. A las cuatro era algo mayor. Pero a partir de entonces la diferencia se fue reduciendo y era de pocas décimas de punto a las siete, una hora antes del cierre de los colegios electorales. Parecía que la tendencia se invertía. Hasta última hora mantuvieron las esperanzas los partidarios del sí. Pero el recuento fue implacable. La decisión de autorizar -o no prohibir- la emisión de los resultados de los sondeos a pie de urna ha sido muy controvertida. En todo caso, no sirvió finalmente al Gobierno y a los partidarios del euro.El resultado de ayer tendrá consecuencias, más allá de Copenhague y los mercados. El jefe de filas de los partidarios del no, Holger K. Nielsen, presidente del Partido socialista del Pueblo, acusó ayer a Rasmussen de haber hecho "una apuesta peligrosa". "Ha querido este referéndum a pesar de nuestras advertencias contra esa consulta", dijo Nielsen en televisión.

El primer ministro sueco, Göran Persson, por su parte, declaró ayer que este referéndum tendrá su influencia en "el debate interno en Suecia".

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