Posible pacto extrajudicial

Al modificar el curso legal del caso Microsoft, el Supremo añade entre seis meses y un año a la duración del proceso y promueve una solución alternativa: que todo se resuelva con un acuerdo entre el Gobierno y Gates fuera de los tribunales. El tribunal federal de apelaciones parece dispuesto a revisar al milímetro el proceso y la sentencia, con nuevas argumentaciones y más comparecencias de implicados y de expertos. Sea cual sea su decisión, el caso regresará después al Tribunal Supremo -esta vez sí- para que dicte el veredicto final. Así las cosas, nada quedaría resuelto hasta bien entrado el 2002.

Sin embargo, la decisión del Supremo es una invitación al diálogo. Hay dos elementos que fomentan esa ruta extrajudicial. Por un lado, el fiscal Joel Klein, látigo de Microsoft en el proceso, se marcha del Departamento de Justicia dentro de tres días. No será él -ambicioso y envalentonado- quien negocie con Bill Gates si hubiera nuevas conversaciones.

Por otra parte, el tiempo juega a favor de Microsoft: la dilatación del proceso hace envejecer las acusaciones iniciales y permite un cambio de gobierno. Si las elecciones del 7 de noviembre las gana George Bush, ferviente defensor del laissez-faire en el mundo empresarial, Microsoft tiene garantizado un acuerdo ventajoso; si gana Al Gore, su visión tecnológica del futuro le impedirá ser demasiado severo con una compañía que no deja de ser la locomotora del mercado informático.