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El Supremo de EE UU se alía con la tesis de Microsoft y desestima la vía rápida del caso

En una decisión judicial casi tan importante como la que dictaminó la segregación de Microsoft, el Tribunal Supremo de EE UU rechazó ayer los recursos contra esa sentencia y los envió al tribunal de apelaciones, que en varias ocasiones se ha mostrado favorable a los intereses de Bill Gates. Así, el Supremo da un varapalo al Gobierno y concede a Microsoft la posibilidad de revisar de forma lenta y minuciosa todo el proceso antimonopolio ante jueces que se han mostrado inclinados hacia las tesis del gigante informático. Microsoft ganaba el 4%, 2,49 billones, en Bolsa.

Por ocho votos contra uno, los jueces del Tribunal Supremo dieron a Microsoft un regalo judicial que de inmediato disparó las acciones de la compañía. Las acciones del gigante informático subían un 4,3% a media sesión en el Nasdaq a 63,74 dólares, lo que supone que su capitalización se incrementó 2,49 billones de pesetas en una sola jornada, hasta 63,40 billones de pesetas. Cuando el pasado abril se conoció la sentencia por prácticas monopolísticas que obliga a Microsoft a partirse en dos compañías, su valor se redujo 13,9 billones en un día y se situó en 82,2 billones. En lo que va de año, sus acciones pierden un 46,47% de su valor.Los magistrados se negaron a aceptar por la vía rápida los recursos contra la sentencia de segregación -como quería el Gobierno de EE UU- y desvió el proceso hacia el curso habitual a través del tribunal federal de apelaciones. Steve Ballmer, presidente de Microsoft, se declaró "satisfecho" por esa decisión.

El Gobierno de EE UU inició un proceso antimonopolio contra Microsoft con acusaciones de prácticas en contra de la libre competencia y abuso de posición dominante en un mercado dominado por el sistema operativo Windows. Según la acusación, Microsoft empleó el poder que le concede Windows para imponer otros productos de la compañía (principalmente el navegador de Internet Explorer) y hundir a quienes tratan de hacerse con una porción del mercado.

Petición del Gobierno

El pasado mes de abril, el juez Thomas Penfield Jackson sentenció en contra de Microsoft y a favor del Gobierno en el proceso antimonopolio. Después, aceptó la propuesta sancionadora de la acusación y ordenó la segregación de la empresa en dos compañías independientes, una para la comercialización de sistemas operativos y otra para el resto de productos, aunque aplazó la división hasta el momento en el que se resuelvan todos los recursos. El Departamento de Justicia, crecido por esta victoria, pidió al juez que saltara a los tribunales de apelaciones y enviara el recurso de Microsoft directamente al Supremo. Jackson, amparado en una ley de "vía rápida" creada para casos que afecten a la economía nacional, también accedió a esa petición del Gobierno y trasladó los recursos al Supremo, aunque correspondía primero a este tribunal decidir si ése es el camino adecuado; lo que hizo ayer fue, en cierto modo, regañar a Jackson y al Gobierno por querer ir demasiado deprisa.

Sin embargo, la importancia de la decisión del Supremo no radica en la corrección del camino judicial sino en la interpretación de lo que eso sugiere. El tribunal federal de apelaciones, que en junio mostró públicamente su interés por revisar el proceso, ya resolvió a favor de Microsoft y en contra del juez Jackson cuando el magistrado pretendió obligar a la compañía a comercializar de manera cautelar una versión de Windows sin el navegador de Internet.

Animadversión

Aparentemente, la corte de apelaciones está más versada en conocimientos informáticos que el juez Jackson, que hacía ostentación de su ignorancia tecnológica. Además, la compañía de Bill Gates no esconde nunca su sensación de que Jackson estaba inclinado desde el principio en su contra. No es una sensación subjetiva: el juez dio sobradas muestras de animadversión hacia Microsoft durante el juicio. En último término, la postura del Supremo deja entrever su preferencia por una revisión profunda del caso.El Gobierno buscaba la vía rápida para evitar que los cambios en el sector informático invalidaran una sentencia tan drástica y de consecuencias tan imprevisibles como la de Jackson. En los argumentos del Departamento de Justicia para evitar el tribunal de apelaciones, la acusación justificaba las prisas en una "inmensa importancia para la economía nacional" que requería la resolución acelerada del proceso. "Es imposible imaginar otro caso que no merezca esa celeridad", dijo el Gobierno en su día.

En cambio, Microsoft justifica la vía lenta en la necesidad de revisar los flecos legales y tecnológicos que ha planteado el proceso en más de dos años. William Kovacic, experto antimonopolio de la Universidad George Washington, cree que el Gobierno "jugó y perdió" en su intento de llevar el caso directamente al Supremo; eso "hace que ahora las posibilidades de una segregación de Microsoft sean igual a cero".

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