El muro
Ibarretxe admitió la posibilidad de avanzar las elecciones autonómicas y convocar a los electores vascos para que ocupen el lugar que les corresponde en la dramaturgia de la tragedia. En San Sebastián, más de 100.000 personas, leo en los diarios, respaldaron el ¡Basta ya! a ETA, y en Zarautz, una manifestación de signo contrario ratificó el maximalismo abertzale. Mientras tanto, las formaciones políticas calculan los próximos pasos según sus intereses partidistas; difícil especialmente la cuestión para el PSOE, porque el PP ha ido por las elecciones desde que el PNV se marchó con otro y los socialistas temen que el beneficiario de anticiparlas sean los populares, que poco aporten a las arcas del PSOE y nada, al contrario, al objetivo pregonado de la pacificación. Hoy por hoy todo conduce a la guerra. ETA mata, el Gobierno responde con una más efectista que efectiva operación policial, la llamada sociedad civil escenifica su escisión en la calle y el único balance positivo es que los partidarios de la paz han perdido el miedo a gritarlo en voz alta por las calles de Euskadi. Es como si, incapaces de dar una respuesta desde sí mismas, las formaciones políticas pidieran a la sociedad que se pronuncie, así en las urnas como en la calle, porque sólo desde ese pronunciamiento se sentirán ratificados los partidos para seguir diciendo y haciendo lo que dicen y lo que hacen.Pero estas movilizaciones y cualquier resultado electoral topan con el mismo muro hoy inderrumbable e inescalable: detrás del muro están los que han elegido dar su acuerdo a lo que haga ETA o no expresar su desacuerdo con lo que hace ETA, mate en San Sebastián o mate en Sant Adrià del Besòs. Detrás del muro hay otra lógica, y desde esa lógica pedir que dejen de matar suena a vana palabrería liberal, a desahogo táctico mientras se prepara el nuevo giro de tuerca, elegida ya la próxima nuca o mandíbula que va a recibir el tiro. Jordi Pujol ha llamado "proceso" a esta situación. ¡Qué alivio! Si es un proceso, como todo proceso, tendrá planteamiento, nudo y desenlace, y sólo se necesita lo de siempre para comprobarlo: paciencia y presupuesto general del Estado.
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