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Reportaje:

Historia de 'narcoficción'

Jorge A. Rodríguez

Lo del Privilege parecía blanco y en botella, aunque no fuera leche. El barco y el fabuloso cargamento de cocaína que seguro transportaba estaban servidos sobre la bandeja del Atlántico. Nadie tenía duda alguna. La Guardia Nacional venezolana juraba que la droga se ocultaba a bordo. La DEA, el temible departamento antinarcóticos de EE UU, tenía fichado al Privilege hacía años. La policía italiana daba seguridades de que el cargamento de cinco toneladas de cocaína se dirigía a sus puertos. Scotland Yard certificaba que la droga estaba cargada, porque sus satélites habían seguido al carguero y no habían detectado movimientos sospechosos. España sólo tenía que abordar el barco, localizar la cocaína y llevarse la medalla. El buque fue abordado y hubo quien se puso la medalla, pero de la cocaína, ni rastro. Un misterio que quizá se oculta en la isla Muasinoima.Muasinoima, en el delta del Orinoco, se había convertido en la base operativa del cartel de los Mellizos, originario de Colombia, pero que había estrechado lazos con otros narcos venezolanos, como los Tucupita o la red llamada el Sol. La isla es una más en un laberinto de caños, selva y mangle. En ella, los Mellizos solían amontonar sus fardos de coca, cubiertos con capotes militares o enterrados a la vietnamita, para transportarlos luego en lanchones fluviales a cargueros que se encargarían de llevar la cocaína a Europa o EU UU.

La isla había sido el destino de una entrega controlada de drogas que un juzgado del Circuito Judicial del Área de Caracas (Venezuela) había autorizado el 10 de agosto. Los chivatazos dejaban claro que la cocaína iba a ser ocultada en el Privilege y en el Suerte I. El Privilege estaba por aquellas fechas cargando bidones de asfalto en Puerto Cabello para la firma Iada SH PK, con sede en Durres (Albania), empresa fichada por Interpol como sospechosa. La exportadora era la firma Poliservicios Puerto Cabello, ya investigada por narcotráfico en diciembre de 1999. Y, por si fuera poco, el pago y la negociación de la carga la había realizado Argenta Cargo Corporation, empresa radicada en Panamá y que se considera vinculada a los Mellizos.

La DEA llevaba dos años al acecho del cartel de los Mellizos y de su flota de transporte, que en 1999 se había visto mermada con la captura del China Breeze y el Pearl II, con casi seis toneladas de cocaína en total. Por eso, a principios de agosto desencadenó la operación Journey, con la que consideraba que había desmantelado "una organización que había transportado en barco cocaína para 12 países". Eso fue justo el día 16, cuando el Privilege zarpaba de los muelles de Matanzas tras llenar su bodega número 2 con 4.265 toneladas de bobinas y láminas de acero. "El desayuno está a bordo, nos disponemos a servirlo", radió el capitán del Privilege al zarpar. Doce cuerpos de policía interpretaron que el desayuno era la cocaína. Lo dicho, blanco y en botella.

El mismo 16 fueron arrestados en Maracaibo Iván de la Vega y Luis Antonio Navia, supuestos responsables de la red de transporte de cocaína. Su confesión cerraba más el asunto: dijeron que entre 5,5 y seis toneladas de cocaína iban a ser despachadas ocultas en el Privilege y en el Suerte I. Al día siguiente, la US Navy abordó el Suerte I y detuvo a su patrón, Néstor Suerte, frente a las costas de Granada. Sin un gramo de coca. Pero, casualmente: al día siguiente, la Guardia Nacional localiza 5,5 toneladas de cocaína, ocultas en la isla Muasinoima. En un cenagal estaban semienterrados varios pipotes de plástico llenos de cocaína; a su vera, bajo mantos de camuflaje militar, estaba el resto del alijo. Un palo pelado sobresalía de la selva como señal, pero también marcaban el punto dos radios de onda corta que emitían una señal continua.

La Guardia Nacional, acompañada por policías italianos, acababa de localizar la misma cantidad que había permitido entregar controladamente, y la misma cantidad que De la Vega y Navia aseguraron que se iban a cargar en el Suerte I y en el Privilege. La policía antinarcóticos de EE UU ya había llevado el Suerte I a Houston (Texas) y lo había registrado sin encontrar nada. Faltaba el Privilege, en lenta navegación hacia el Mediterráneo por un problema con sus motores. Italia, EE UU, Venezuela y Reino Unido pedían ayuda a España, ya el día 28 de agosto. Se asegura que viene cargado de cocaína, pero nada se dice entonces del Suerte I ni de que esta organización a veces efectúa Dry runs (viajes secos), sin carga de droga para despistar. Ni se cita el hecho de que los venezolanos han asestado dos golpes más, los días 22 y 23 de agosto. Tampoco se comunican inicialmente las sospechas de que las 4,4 toneladas de droga requisadas en estas dos actuaciones iban para el Suerte y de que las que iban al Privilege eran supuestamente las 5,5 toneladas requisadas en Muasinoima.

Las autoridades policiales españolas confiaron en sus colegas internacionales porque hasta el momento no habían fallado. La Marina Española, el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) y la Dirección General de la Policía, coordinados por el Plan Nacional Sobre Drogas, asaltan el Privilege, con autorización del juez Baltasar Garzón. Seis geos se descuelgan de un helicóptero hasta la cubierta a las 12.45 del 31 de agosto, mientras dos lanchas abarloaban a la embarcación.

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Todo en orden, pero de la coca ni rastro. El día 1 por la noche, con el barco aún en el mar, el Plan Nacional Sobre Drogas convoca una rueda de prensa en la que Gonzalo Robles, su responsable, va a contar cómo ha sido la espectacular operación.

El registro concienzudo del Privilege durante tres semanas no ha dado resultado alguno. Se ha hallado el escondite habitual de la droga, pero vacío. Se ha registrado la carga y ni rastro. "Es posible que la hayan tirado al mar. Desde el día 16 al 31 han tenido tiempo", se decía al principio. "Va a estar en la carga", se dijo después. Ahora también se sospecha que nunca se cargó.

La confirmación de que todo parecía bien hecho la dieron varios datos más. Parte de la tripulación llevaba pasaporte falso; el barco estaba inscrito con tres banderas diferentes y a nombre de tres empresas diferentes de Malta, Albania y Grecia. "Es un barco clandestino", subrayaban desde Interior, lo que ha dado pie a que Garzón baraje entregarlo al Fondo de Bienes Decomisados a Narcotraficantes, ya que no ha aparecido un propietario que lo reclame.

Lo que parecía verde y con asas, blanco y en botella, la medalla que iba a colgar del pecho del que se adjudicara el alijo, se ha convertido en un "profundo error de comunicación", en palabras del ministro del Interior, Jaime Mayor, que ha puesto en evidencia a Gonzalo Robles, a quien se le reprocha que vendiera la piel del oso antes de cazarlo. Ahora le toca explicarse.

Lo más cercano a la versión oficial es que, además de adelantarse a la divulgación del alijo, hubo una filtración policial. Robles y la filtración llevaron a una presión insostenible a la policía. Y sin resultado, salvo que a última hora, un golpe de suerte, acabe sacando a la luz la cocaína. Como en French Connection.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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