El arzobispo de Barcelona reclama el 'descanso dominical' frente a las 'presiones económicas'

El arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, defendió ayer en la tradicional homilía del día de la Mare de Déu de la Mercè, el "descanso dominical", en alusión al decreto del Gobierno que liberaliza los horarios comerciales. "Se trata de un tema que ha preocupado a los miembros del Episcopado español y que preocupa a muchos católicos", dijo el arzobispo. Carles inició su sermón refiriéndose al asesinato de José Luis Ruiz Casado, el concejal del Partido Popular de Sant Adrià del Besòs, y rogó por el fin del terrorismo y por una convivencia "en el pluralismo".

Civismo

Carles afírmó que el mantenimiento del descanso de los domingos "está sometido a una erosión fuerte, fruto de presiones de todo tipo, sobre todo de orden económico". "Pero", añadió, "me siento en la obligación de pedir que pese a las presiones económicas, los poderes públicos deben asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino", algo que, a su juicio, "responde a una profunda exigencia del bien de las personas y de toda la sociedad".El arzobispo de Barcelona agradeció expresamente al Gobierno catalán la actitud mantenida en esta cuestión: "Sensible a esto y a las consecuencias que puede tener tanto en el ámbito social como en el laboral, familiar y religioso, el Gobierno catalán ha presentado un recurso -en referencia al decreto liberalizador de horarios-".

El arzobispo de Barcelona se refirió también a otras cuestiones de la actualidad de la ciudad. Por ejemplo, aludió a los problemas de convivencia que últimamente se han producido en el Casc Antic de la ciudad: "Es cierto que muchos de los problemas que se nos plantean hoy en nuestra ciudad no se pueden resolver sin una dosis bien fuerte de civismo y con la voluntad de resolverlos con un fuerte espíritu ético". Refiriéndose a la misma cuestión, Carles se sumó a la actitud de demanda de civismo que realizó el alcalde de Barcelona, Joan Clos, esta misma semana. El sermón del cardenal también abordó el último asesinato de ETA, el de José Luis Ruiz Casado, concejal del Partido Popular de Sant Adrià del Besòs. Carles rezó para que finalice el terrorismo y pidió "el respeto a las libertades, a los derechos humanos y a la convivencia en el pluralismo, que es una característica creciente de esta sociedad". Antes de esta plegaria, el arzobispo se refirió al papel de la Iglesia en estos tiempos: "La Iglesia no tiene ninguna pretensión de recuperar influencias o poderes que tuvo en otros tiempos. (...) Tiene, no obstante, que seguir enseñando y haciendo el bien. (...) La mayoría de edad de las instituciones en un proceso creciente de autonomía respecto a la Iglesia no nos debe llevar hacia una secularización radical".

En la homilía de ayer, el arzobispo no vertió ninguna crítica sobre elementos concretos de la Mercè, a diferencia del año pasado. En 1999, Carles criticó el cartel de las fiestas, obra de Nazario, porque, en su opinión, no reflejaba los "orígenes cristianos de la fiesta" ya que predominaban los símbolos arábigos. Aquellas críticas levantaron una considerable polvareda y molestaron abiertamente a miembros del consistorio barcelonés que defendieron la oportunidad del cartel por el especial énfasis que hacía en valores como la diversidad de culturas.

A la misa asistieron las principales autoridades catalanas, encabezadas por el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el presidente del Parlament, Joan Rigol, y el alcalde de Barcelona, Joan Clos. Finalizada la misa, todos, en comitiva, se dirigieron a la plaza de Sant Jaume para presenciar la actuación castellera desde el balcón del Ayuntamiento.