Cuatro horas sin coches, en bicicleta
Al cole a pedal
Por primera vez en los últimos años, el funcionario José Miguel Alonso, recién cumplidos los 40, se tomó ayer un día libre fuera de las vacaciones. Todo sea por el Día sin Coches, se dijo. Y dejó el suyo en el garaje. También por primera vez en este tiempo, al salir de su casa, no lejos de Vallecas, a las 9.00, caminó por las calles con la mirada elevada hacia los áticos, las azoteas y el cielo de la ciudad. Lucía un sol espléndido. Un panel de información municipal marcaba 15 grados. La brisa fresca rozaba los pómulos de sus vecinitos, ruidosos colegiales, y también los suyos. Lo primero que José Miguel encontró en la trayectoria de su mirada, desplegada sobre el paso elevado de Pacífico, fue la convocatoria rubricada por los sindicatos Comisiones Obreras y UGT de una marcha en bicicleta anunciada para las once de la mañana entre las calles de Serrano y la Casa de Campo. "Éstos pasan por Sol", dijo. "Allá voy".A buen paso, se encaminó hacia la Puerta del Sol por la calle de Menéndez Pelayo hacia el parque del Retiro y Cibeles. En la plaza de Mariano de Cavia, jadeaba por el esfuerzo tras culminar la gran cuesta que hasta allí asciende. A su lado subían dos ciclistas a buena marcha, sin abrir la boca. Pertenecían a la Asociación Pedalibre, que tiene su sede en el segundo izquierda de la calle de Campomanes, 13, cerca de Ópera. Cuenta con 160 socios, entre ellos un recién jubilado y un benjamín, Lorenzo Larrauri, de apenas dos semanas de vida: sus padres le han inscrito para que cuando sea mayor prosiga el amor a la bicicleta que ellos profesan. Los dos ciclistas que se cruzaron con el funcionario José Miguel Alonso pedaleaban alrededor de la plaza, también rumbo a Sol. Allí les aguardaban otros miembros de Pedalibre que la tarde anterior habían pugnado con Sigfrido Herráez, concejal de Movilidad Urbana, por obtener de él permiso para cerrar muchas calles de Madrid entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche.
"No pudo ser más que desde las diez y hasta las dos de la tarde", dice el directivo Antonio González, "pero estamos encantados: por primera vez, el Ayuntamiento se hace cargo de que la bicicleta pueda beneficiar a Madrid y nos ha permitido poner un tenderete aquí, bajo la gran estatua ecuestre". ¿Si Carlos III viviera hoy en Madrid, viajaría en bicicleta? "No", bromea Antonio, "hoy el alcalde le diría: 'don Carlos, aquí hay muchas cuestas".
¿En verdad hay tantos montículos?" "Eso es un mito", dice Coral Vallterra, de 50 años, que rueda por la calle de Alcalá junto con su hija Bárbara y su amiga Anita Pieri, de 67 años, en bicicletas italianas Bottechia. Llevan en la cestita delantera un cartel escrito a mano donde se lee Carril bici en la Castellana. "Madrid es perfecto para circular en bici", comenta. "No me explico cómo se impone en otras grandes ciudades como Barcelona, con el apoyo del PP, y aquí el rechazo del PP a la bicicleta aún es tan grande", señala González. "La clave quizá sea que en Madrid se sigue considerando que el ciclista es un desgraciao que no puede comprarse un coche, mientras en Europa un ciclista es visto como defensor del medio ambiente", agrega Coral.
Las asociaciones de ciclistas madrileños han propuesto hace días a Herráez un carril-bici que una el Retiro, el Pasillo Verde, la Ronda de Segovia, la Casa de Campo y la Complutense. ¿Será viable? "Estamos en ello", dice Antonio González con una sonrisa, mientras una compañera suya reparte bizcochos y botellitas de agua a los ciclistas que como Pablo, de 11 años, del colegio Vázquez de Mella, se han acercado al tenderete de Sol. "Siempre voy al cole en bici", dice Pablo.En ese momento, el funcionario en libranza José Miguel Alonso llega a Sol. Acaba de ver en Banco de España cómo gentes del PSOE han desplegado papeles con pegamento sobre el asfalto y han creado en un segundo un paso de peatones virtual. Para cruzar allí la plaza de Cibeles la gente debe recorrer casi dos kilómetros, le asegura un arquitecto del Club de Debates Urbanos.
Por Sol, los peatones se percatan de que en las calles hay menos tráfico que de costumbre. Pero circulan numerosos taxis. "La mañana ha sido buena para circular y sólo regular para el negocio", dice José Luis Gárgoles, alcarreño de 53 años, licencia 11243. "Taxi, lléveme a Vallecas", le dice Alonso. Al pagar, ve que se ha ahorrado 325 pesetas en la carrera. Y comprueba que su paseíto matinal por Madrid no ha sido un pensamiento teñido de deseo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.