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Dos semanas de preparación de los mercados

La Unión Europea llevaba dos semanas preparando a los mercados para la intervención. La posibilidad empezó a tomar cuerpo en la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) en Versallles el 8 de septiembre. Marcado por la caída del euro y la subida del petróleo, aquel encuentro se saldó con un triple mensaje: una cortés petición a la OPEP para que aumentara la producción de crudo, una velada amenaza a los mercados de que el BCE intervendría para garantizar un euro fuerte y una calamitosa conjura de los ministros para no autorizar recortes fiscales para rebajar el precio de venta al público de las gasolinas.Los resultados de ese triple acuerdo fueron un fracaso absoluto. El cartel petrolero acordó un aumento de producción tan modesto que el precio siguió subiendo. La debilidad del euro continuó agudizándose a pesar de las advertencias del Ecofin y los mínimos históricos se han sucedido hasta el punto de rozar las 200 pesetas por dólar. El acuerdo fiscal fue interpretado como una provocación por agricultores y transportistas y desencadenó una revuelta en el Reino Unido y Bélgica y fuertes protestas en Italia, España, Alemania y Holanda.

Ante ese escenario, el tan-tan de la intervención -agudizado por las encuestas que parecen decantar a favor del no al euro el referéndum del próximo día 28 en Dinamarca- ha ido subiendo de tono.

Sólo un obstáculo de gran calado parecía oponerse a la intervención: la evidencia de que ésta no podía tener éxito si no llevaba el visto bueno de la Reserva Federal estadounidense. Y eso por dos motivos. Uno de fondo: el euro parece incapaz de defenderse a sí mismo sin el apoyo americano; y otro coyuntural: nadie cree que Estados Unidos va a debilitar el dólar en vísperas de sus elecciones presidenciales.

Pero la debilidad de la moneda europea se ha agudizado demasiado en unas pocas semanas: 0,8837 dólares el 31 de agosto, 0,8696 en vísperas del Ecofin de Versalles, 0,8548 a los pocos días de esa reunión. El 14 de septiembre el BCE lideró una pequeña intervención que llevó el euro hasta los 0,8738 dólares. Pero la caída siguió imparable hasta alcanzar los 0,8440 el día 20. De ahí la intervención de ayer, que más parece destinada a parar la caída que a cambiar el rumbo del euro.

La intervención puede convertirse en un balón de oxígeno para los partidarios del en Dinamarca si la moneda europea confirma su recuperación la semana que viene. Pero la entrada o no de la corona danesa en la divisa comunitaria responde más al debate político danés que a la lógica económica. Sea como sea, un euro fuerte ayuda más que un euro débil.

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