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¿Quién mató al pasajero Burton?

A Jonathan Burton nunca le había gustado viajar en avión, pero tampoco se le había pasado por la cabeza que aquel 11 de agosto empezaría el vuelo con vida y lo acabaría sin ella. La muerte de Burton, un joven impoluto sin baches en su temperamento, crea una historia de misterio de la que apenas trasluce el nombre de la víctima.La distancia entre Las Vegas y Salt Lake City es amplia, pero no demasiado; se cubre con vuelos de tamaño medio construidos a la medida de los ejecutivos que van y vienen entre la ciudad del juego y la capital de los mormones.

Ese viernes, el vuelo 1763 de Southwest Airlines iba casi completo, con 137 pasajeros a bordo. La reconstrucción borrosa de lo que ocurrió en el trayecto permite imaginar que, en algún momento entre el origen y el destino, Burton inició una discusión con una de las azafatas.

En EE UU existe incluso una definición médica para referirse a la repentina conducta agresiva que muestran algunos pasajeros de los aviones, provocada, en último término, por su miedo a volar. Los incidentes por ese air rage, ese pavor que se convierte en ira, son especialmente comunes en un país que parece tener una segunda planta en su espacio aéreo.

Dicen que Burton era un pasajero más que no destacaba ni por su aspecto ni por su carácter. Sin embargo, la discusión con la azafata -según la versión de algunos pasajeros- desembocó en algo más parecido a un forcejeo que a un intercambio verbal. Burton, de 19 años, pensó que su reclamación (nadie ha contado cuál era) era digna de ser oída por el capitán del avión, y se encaminó airado hacia la cabina de los pilotos.

Para llegar a la cabina tenía que atravesar el pasillo que divide los asientos de primera clase, llenos de gerentes, directores, trajes de marca y ordenadores portátiles. Y ahí fue donde ocurrió el hecho que después ha dado la vuelta a la historia.

Varios pasajeros, espantados por la posibilidad de que Burton llevara su discusión a la cabina y provocara quién sabe qué catástrofe, se abalanzaron sobre el joven y le cortaron el paso. Después, siempre según la versión "conjunta" (¿pactada?) de los pasajeros, inmovilizaron a Burton durante el resto del vuelo para evitar males mayores.

Burton llegó muerto a Salt Lake City. Un infarto provocado por semejantes emociones acabó con la vida de quien era, dice su familia, un hombre sano como un roble. ¿Infarto? Un mes después han llegado los resultados de la autopsia: la muerte de Burton fue un homicidio.

Según los forenses, su cuerpo estaba casi deformado por las contusiones en el pecho, las piernas, los brazos y la cara. Pero no fueron las heridas internas causadas por los golpes externos las que acabaron con su vida: Burton fue estrangulado y asfixiado. Ocho pasajeros, 16 manos, mataron (intencionadamente, según la definición legal de "homicidio") al díscolo Burton.

Sus padres se sorprendieron cuando les contaron que su hijo había iniciado un altercado en el avión, se asombraron aún más cuando les dijeron que Jonathan había muerto de infarto y se quedaron desconcertados al conocer los resultados de la autopsia. Pero hay algo más que les ha dejado estupefactos: la decisión de la fiscalía de archivar el caso y no perseguir el homicidio.

El abogado de la familia, Kent Spence, va a tratar de que la muerte de Burton tenga culpables: "Se tarda un tiempo en estrangular a una persona, es una muerte lenta. ¿No había nadie allí que dijera 'se está poniendo azul, le estáis matando?".

Para Southwest Airlines, la decisión de cerrar el caso es "correcta". Más aún, en una nota de prensa, dicen: "Comprendemos y apreciamos los sentimientos de los pasajeros a bordo del avión, especialmente los de aquellos que tomaron medidas para protegerse a sí mismos y a los demás". Estaban en peligro, según la línea aérea, las vidas de 137 pasajeros.

¿Quién sufrió la "ira aérea", la mutación violenta generada por el miedo a que el avión no llegue a su destino? ¿A quién le afectó el arrebato de cólera, al joven Burton o a los ocho ejecutivos que le mataron entre reunión y reunión?

Casualmente, los directivos de líneas aéreas y los responsables de aviación celebraron el miércoles en Dallas una conferencia sobre este tipo de comportamientos agresivos en los aviones. El encuentro sirvió para saber que los incidentes se han duplicado en el último año y que entre las causas no sólo está el alcohol -al que siempre se culpa-, sino también la falta de espacio a bordo y, sobre todo, los retrasos a los que siempre están condenados los pasajeros.

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