Gore pide a Clinton que utilice la reserva de crudo para abaratar los precios

La crisis del petróleo se convirtió ayer en el tema del día de la campaña electoral, con Al Gore, vicepresidente y candidato demócrata a la Casa Blanca, pidiéndole a Bill Clinton que combata la subida de precios recurriendo a la llamada "reserva estratégica nacional" de crudo y George Bush oponiéndose a esa medida. Clinton, según informó el secretario de Energía, Bill Richardson, está estudiando varias opciones, incluida la solicitada por Gore. Lawrence Summers, secretario del Tesoro, y Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, son contrarios a utilizar ahora el crudo guardado por el Gobierno para situaciones catastróficas, según informó ayer The Wall Street Journal. Hacerlo, afirman, sería "un grave error político".

Tras la petición de Gore, el precio del barril de crudo brent retrocedió por debajo de los 33 dólares, más de un dólar por debajo del día anterior. A última hora de la noche, el precio del barril continuaba ligeramente por debajo de los 33 dólares.

Aunque EE UU es un gran productor de petróleo y aplica a los combustibles impuestos mucho menores que Europa, la inquietud ante la proximidad del invierno es extraordinaria. El galón (3,78 litros) de gasolina en las estaciones de servicio está ahora a más de dos dólares (390 pesetas), un precio desconocido desde la guerra del Golfo en 1990-1991. Y los precios de la electricidad, el gas y el gasóleo para calefacción pueden dispararse en el invierno en este país, un consumidor sin mesura de esos productos. El Departamento de Energía calcula una subida mínima de un 30% en los recibos domésticos si el invierno es benigno.

Gore sintonizó con esas inquietudes y tildó la situación de "crisis nacional", y pidió a Clinton que recurra a la reserva estratégica nacional, creada por Gerald Ford tras la crisis del petróleo de 1973 y que ahora cuenta con unos 570 millones de barriles de crudo (equivalentes a un mes de consumo) almacenados para hacer frente a situaciones dramáticas. El candidato demócrata propuso que el Gobierno coloque de inmediato en el mercado cinco millones de barriles para garantizar los suministros y reducir los precios. Esos barriles serían puestos a subasta entre las petroleras, pero en ningún momento habría entrega de efectivo. Las compañías que adquirieran los barriles se comprometerían a devolverlos cuando pase la crisis.

La polémica saltó de inmediato. El candidato republicano Bush, vinculado a los intereses petroleros de Tejas, se opuso a utilizar la reserva, que, dijo, "está destinada a objetivos de seguridad nacional y no electoralistas".

Gore replicó así: "Una de las decisiones claves de estas elecciones es si queremos tener un presidente capaz de luchar por las familias y contra los intereses de las grandes petroleras. Los precios de los combustibles están en su nivel más alto en los últimos diez años, mientras que las petroleras han duplicado o triplicado sus beneficios en el último ejercicio".

Señalado así con el dedo por sus relaciones y las de su candidato a la vicepresidencia, Dick Cheney, con la industria petrolera, Bush contraatacó: "Clinton y Gore deben responder por el fracaso de su política energética".