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Los pescadores toman el mercado

Cristina Vázquez

Centenares de patronos impiden el paso de pescado y marisco a la central Mercavalencia

Pasaban unos minutos de la una de la madrugada del miércoles cuando unos 300 pescadores de bajura procedentes de los puertos de Valencia, Cullera, Gandia, Sagunto y Burriana apuraban en la cantina la última bebida caliente de la noche. Salvador Caballer, presidente de la Cofradía de Pescadores de Valencia, daba las últimas instrucciones por megáfono antes de dirigirse hacia Mercavalencia, central mayorista, a pocos kilómetros de Valencia, que abastece de productos frescos a siete provincias españolas. "No es una protesta autorizada, así que no quiero violencia. Sólo hay que evitar que entre o salga pescado", advertía Caballer, con la flota amarrada al fondo.A las puertas del mercado, una treintena de policías esperaban la llegada de los manifestantes. Patronos y marineros se repartieron en dos o tres piquetes informativos e improvisaron sendos puntos de control en la carretera de acceso que pronto se vio colapsada por centenares de vehículos. Cada camión sospechoso de transportar pescado o marisco era apartado en el arcén y su conductor informado de la protesta. Los que lo veían claro giraban la rotonda de acceso y volvían sobre sus propios pasos, los que venían de más lejos estacionaban con la esperanza de entrar aunque fuera al amanecer, cuando se disolviera la protesta. Fue el caso de Máximo, un transportista de pescado procedente de Vigo. "Venimos uno o dos camiones todos los días desde lejos. No sabía que se preparara una protesta. Ha sido una sorpresa", explicaba resignado.

La impaciencia de otros provocaron las primeras tensiones de la noche. Un grupo perdió los nervios cuando un camionero de Gandia se negó en rotundo a mostrar a los manifestantes el segundo módulo de su camión frigorífico. Había mostrado el primer compartimento, vacío a no ser por unas cajas perfectamente apiladas, pero los pescadores, desconfiados, insistían en ver el otro. "Las ruedas. ¿Las ves? Están sobrecargadas. Lleva pescado, seguro, lleva pescado. Éste no pasa, no pasa", repetía otro pescador con obstinación.

Casualmente, el conductor, de familia de marineros, fue reconocido por algunos miembros de la cofradía de Gandia, que salieron en su defensa. Hubo jaleo, empujones, algún forcejeo y nada más. Este camión salvó el control. "Era pescador en Gandia hasta hace poco. Parece mentira...", se lamentaba un pescador ya mayor. No comprendía esta muestra de insolidaridad por partida doble. Por ser marinero y transportista, otro de los colectivos afectados por la escalada del precio del gasóleo industrial.

Fue una noche de puertas abiertas, la de todos los camiones que se acercaban a Mercavalencia. Vehículos cargados de carnes o verduras salvaban estas improvisadas aduanas tras un registro ocular.

"Todo sube menos el precio del pescado", contaba en torno a las cuatro de la madrugada Mariano Lloret, un marinero de Gandia, de 29 años, hijo y nieto de pescador. "Hace apenas 10 años, las embarcaciones salían a faenar con seis o siete tripulantes y todos se ganaban el jornal. Hoy, las cosas son distintas. Si van más de cuatro marineros, el sueldo es de hambre". Los ingresos diarios no exceden las 200.000 pesetas. "Pero los días malos, las capturas apenas dejan 80.000 pesetas y éstas se las come todas el motor por culpa del gasóleo", continúa. El litro de este carburante está a 60 pesetas y un pesquero consume unos 1.000 litros. "Multiplica y verás. Y luego añade la Seguridad Social y el resto de gastos. ¿Qué ganas?".

Pasaban las horas y el viento arreciaba. La cola de vehículos en la V-30, ronda de circunvalación de Valencia, se perdía a la vista. Los pescadores que se habían desplazado de Burriana y Vinaròs para apoyar a sus compañeros de Valencia abandonaban la protesta para reforzar la que se mantiene en el puerto y la refinería de BP Oil en Castellón. "Lo que sea preciso. Aguantaremos lo que sea necesario".

En el interior de Mercavalencia, el muelle de pescado registraba menos actividad de la habitual. Muchos habían colado algo de pescado entre las 10 y las 12 de la noche. Los compradores minoristas que cada madrugada compran en Mercavalencia eran los más afectados. Temían perder el pescado a la salida después de haberlo pagado.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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