El modelo holandés
Las discriminaciones por razón de sexo tienen múltiples facetas, algunas de grueso calibre, pero van cediendo terreno legal y social respecto a las parejas homosexuales. En apenas una década, desde que en 1988 Dinamarca dio el primer paso permitiendo la inscripción de parejas del mismo sexo, se ha pasado a una situación de normalidad en gran número de países, de forma que no debe extrañar la decisión del Parlamento holandés de aprobar el matrimonio entre homosexuales con los mismos derechos que los de heterosexuales, incluidos la adopción de niños, o los sucesorios, subsidios o pensiones. La ley que entra en vigor en enero próximo ha contado con un apoyo amplísimo, incluido el de miembros del partido democristiano en la oposición.En contraste, no está siendo España un modelo de tolerancia en este aspecto. Aparte algunas iniciativas parciales, adoptadas en Cataluña, Navarra y Aragón e incluso en numerosos ayuntamientos, que han puesto a disposición de esas personas un registro oficial, poco se ha hecho por encontrar una salida satisfactoria a un problema que afecta a miles de ciudadanos, para los que también debe tener plena vigencia y eficacia el precepto constitucional que prohíbe discriminar por razones de sexo. El próximo martes, el Congreso de los Diputados debatirá cuatro propuestas sobre la cuestión, defendidas con diferente contenido por el PSOE, CiU, IU e IC. Pero es casi seguro que no prosperarán, al haber anunciado su rechazo el Grupo Popular, que cuenta con la mayoría absoluta.
Hace mal el PP al frenar estas reformas. Noruega en 1993, Suecia en 1995, Francia hace un año y Bélgica en los últimos meses han regulado las relaciones de parejas homosexuales de forma análoga al modelo danés. Pero es ya evidente que el rumbo final de prácticamente todos los países de nuestro entorno se dirigirá hacia medidas semejantes a las que acaba de aprobar Holanda.
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