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Gore lanza una campaña moralista contra Hollywood al tiempo que acepta sus cheques

Los republicanos califican de "hipócrita" al candidato demócrata por sus críticas a la industria

"A Dios rogando y con el mazo dando" es la expresión castellana que sintetiza mejor el comportamiento durante esta semana de Al Gore y Joseph Lieberman respecto a Hollywood. Por un lado, denuncian con acritud los contenidos violentos y sexuales de las películas y otros productos de ocio norteamericanos, como las canciones y los videojuegos. Por otro, aceptan en su hucha de fondos electorales los dólares de los productores californianos, incluido el de la película Pulp fiction. "Gore es un hipócrita", denuncia Ari Fleischer, portavoz de la campaña presidencial de George Bush.

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Sabido es que el corazón de Hollywood es mayoritariamente demócrata y que Bill Clinton, sobre todo desde el caso Lewinsky, es el presidente que más le ha gustado desde John Kennedy. Pero la relación entre la meca del cine y Washington siempre ha sido tormentosa. Obedeciendo al clamor de los electores o por razones estratégicas, Washington lleva casi un siglo acotando el terreno de los productores, sugiriéndoles códigos de censura moral o instándoles a denunciar a los comunistas o a Sadam Husein.Gore encarna ahora las complejidades de esa relación. En los últimos días de la pasada semana telefoneó a prominentes figuras de Hollywood para advertirles de que pensaba zaherir a la industria del ocio y pedirles que no se lo tomaran a la tremenda, según informa The Washington Post. La ocasión iba a ser la difusión de un informe de la Comisión Federal de Comercio que denuncia que los fabricantes de películas, series de televisión, canciones y juegos para ordenador hacen publicidad masiva de materiales violentos entre niños y adolescentes.

De ser elegido presidente, dijo Gore el lunes, dará seis meses a la industria del ocio para que termine con esas prácticas. Si no, añadió, él y su candidato a la vicepresidencia, Joseph Lieberman, se verán obligados a actuar desde Washington. Ese mismo día, Hillary Clinton también declaró que, de ganar una poltrona en el Senado, presionará para terminar con la "escandalosa" promoción del sexo y la violencia entre los menores.

Ese mensaje es muy popular en EE UU, y particularmente entre las clases medias de los suburbios, las que deciden las elecciones. Pero inquieta a un Hollywood que considera que el principal pilar de la sociedad norteamericana es la libertad de expresión.

Hollywood se lo ha tomado con calma. En la noche del jueves, Gore y Lieberman recaudaron 6,5 millones de dólares en un concierto celebrado en el Radio City Music Hall de Nueva York. Con las actuaciones de figuras como Lenny Kravitz, Sheryl Crow, Bette Midler y Paul Simon, el mundo de la música reiteró que está con el candidato demócrata. Pero aún más significativo fue que el evento hubiera sido promocionado por tres altos ejecutivos de la industria del ocio, uno de ellos, Harvey Weinstein, copresidente de Miramax.

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Filmes "blasfemos"

Weinstein y su hermano Bob, se apresuraron a recordar los republicanos, son los productores de algunas de las películas más polémicas de la última década; entre ellas, Pulp fiction. Pero también Priest y Dogma, que provocaron las iras católicas por su "blasfema" presentación de figuras religiosas, y Kids, cuyo protagonista es un joven monopatinador cuya especialidad es "desvirgar" adolescentes. "Gore predica que está con el pueblo y contra los poderosos, pero no hay ningún grupo de presión más poderoso en este país que la industria del entretenimiento", denunció Jim Nicholson, presidente del Comité Nacional Republicano. "Gore", añadió, "recibe dinero de la poderosa élite de Hollywood, que contamina las mentes de nuestros hijos y corrompe sus almas". Cuando Bush deseó que "EE UU vea las inconsistencias de Gore", la respuesta de Jennifer Backus, portavoz demócrata, fue: "Gore y Lieberman no tienen miedo de decirles a sus amigos que están en desacuerdo con ellos". En la noche del lunes, el candidato demócrata volverá a tener ocasión de expresar ese "desacuerdo" con Hollywood aceptando al mismo tiempo sus cheques. Participará en Los Ángeles en otro acto de recogida de fondos electorales, en el que se calcula que la industria del ocio depositará tres millones de dólares en las arcas demócratas.Salvo por las críticas republicanas a su supuesta "hipocresía", Gore arriesga poco con esta política, que se inserta en su conquista del electorado centrista. De hecho, uno de los elementos básicos de su actual ventaja frente a Bush es que le disputa con eficacia el terreno de los llamados "valores familiares".

"Esto es escandaloso y engañoso, y tiene que terminar", dijo el miércoles Lieberman en el Senado, en una audiencia consagrada al informe de la Comisión Federal de Comercio sobre publicidad de productos violentos entre menores. Por una vez, demócratas y republicanos estuvieron de acuerdo, aunque Lynne Cheney, ex presidenta del Comité Nacional para las Humanidades y esposa del candidato republicano a la vicepresidencia, fue más lejos. "La publicidad no es lo único peligroso", dijo, "lo peligroso son los productos en sí".

Aunque el fiscal general de Carolina del Sur ha invitado a sus colegas a presentar contra Hollywood una demanda colectiva como la que puso de rodillas a la industria tabacalera, el mundo del cine no piensa cambiar en lo esencial. Pero, eso sí, está dispuesto a hacerle concesiones a su amigo Gore. Walt Disney ya las ha comenzado, al informar de que prohibirá hasta las nueve de la noche toda publicidad de productos no aptos para menores en su cadena televisiva ABC.

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