Sudadera fuera
Empezamos con buen humor y terminamos con mejor humor aún. Por la mañana nos han hecho una entrevista en pleno autobús. Los de Tele 5 querían ver cómo se prepara una carrera y han grabado la charla del día. Y hemos hecho lo que habíamos hablado. Hemos dejado que se formara la fuga para marcar nosotros el ritmo que más nos convenía. Hemos ido cómodos, hasta que hemos decidido acelerar. Ha sido una reacción violenta, con Cabello y Cárdenas, que ha dejado sólo 18 corredores en la Colladiella. Y eso que nos hemos quedado sin Sevilla, que ha tenido un mal día. Sin él, los demás hemos tenido que entrar antes de tiempo. Hemos obligado a Casero a llegar al pie del Angliru con cierta fatiga. Y nos ha salido bien. Pensábamos en un minuto o minuto y medio, y hemos terminado con mucho más. Creo que tenemos sentenciada la Vuelta.Sinceramente, hice un gran trabajo. Luego, cuando terminé lo mío, subí a un ritmo tranquilo. Gracias a la afición asturiana, que cuando enfoqué el tramo más duro me empujaron. He de reconocerlo. El año pasado lo pasé peor. Acabé entre los primeros y ahí los jueces están muy encima.
Mi trabajo ha terminado en Vía Pará. Allí, Heras quería hacer más daño todavía y le ha pedido un ataque a Escartín. Yo me he echado a un lado y lo he visto en primera fila, viendo la jugada. Casero perdía la rueda, así que he avisado por la emisora para que ellos se creciesen. Luego él ha enlazado, pero estaba herido de muerte.
Le pregunté a Manolo Saiz y a todo el que pude cómo iba Roberto. Y me llevé una alegría. A mí me queda una pequeña pena, porque andando tan bien podía haber entrado en la fuga. Era un día para llegar con muchos minutos y para que ganara un escalador, como Simoni. Me alegro porque en el Giro hice una buena amistad con él. Él iba escapado conmigo cuando yo gané la etapa, y él venció al día siguiente.
Hoy, además del gran día que hemos tenido, puedo decir que he patentado una nueva versión para quitarse la sudadera sin sacarse el maillot. En el alto de Santo Emiliano me la he intentado quitar. Iba a cola, y he seguido la teoría que me explicó Bingen Fernández (Euskaltel), quien a su vez aprendió de Marino Lejarreta. La puse en práctica. Pero me costó seis kilómetros toda la operación, y no he seguido exactamente los pasos. En vez de salir por arriba, la sudadera ha salido por el culotte. Qué más da. El caso es que ha salido.
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