El Gobierno afronta la 'segunda vuelta' de la reforma de las humanidades El nuevo curso es el primero gestionado íntegramente por todas las comunidades
El curso escolar que empieza estos días promete ser políticamente ruidoso. La reforma de las humanidades que la ministra de Educación, Pilar del Castillo, quiere aprobar en diciembre a toda costa, en cumplimiento de una orden expresa de José María Aznar, se presenta complicada. La posibilidad de consenso se alejó con el manifiesto hecho público este verano en San Millán de la Cogolla por el PP, que incrementó en los demás partidos el resquemor que les había producido el informe de la Academia de la Historia. La contribución de este curso a la historia educativa es el fin del BUP (creado hace 30 años), con la implantación generalizada de 1º de Bachillerato. Es, además, el primer comienzo de curso gestionado por todos los gobiernos autonómicos.
Alrededor de una decena de expertos están trabajando en la sede del ministerio en la apresurada elaboración del proyecto, que estará listo en octubre. El Gobierno introducirá la reforma de las humanidades dentro de los cambios en los contenidos mínimos comunes para toda España que pretende aprobar en diciembre por medio de dos reales decretos. José María Aznar está empeñado en esta reforma, que ya encargó a Esperanza Aguirre cuando ésta se encontraba al frente de Educación. En consonancia con ello, el PP difundió este verano el manifiesto político de San Millán de la Cogolla sobre la reforma de las enseñanzas de humanidades que ha despertado no pocos recelos en la comunidad educativa. Son numerosos los representantes del mundo educativo los que lo han interpretado como una pretensión poco afortunada del Gobierno de apropiarse de un tema ya consensuado con las comunidades y los partidos políticos hace dos años, por medio del dictamen elaborado por la Comisión de Humanidades que presidió el ex ministro de Educación con UCD Juan Antonio Ortega y Díaz Ambrona.
Tras esa criticada iniciativa del PP, a Pilar del Castillo le va a resultar realmente difícil sacar adelante cambios en las enseñanzas de humanidades, si es que quiere hacerlo con el consenso con el que ha prometido abordar las diferentes reformas educativas que anunció en su primera comparecencia en el Congreso.
Al proyecto de cambiar las humanidades se suman otros grandes cambios prometidos por el Ministerio de Educación:
- Humanidades. Esta reforma supondría cambios en las asignaturas de historia, filosofía y lenguas clásicas (latín y griego), así como la reorganización de las asignaturas de cada curso. No se reforzarían las humanidades en la primaria, a pesar de que esta etapa marca el eje fundamental en el aprendizaje de estas disciplinas, como dejaba ver el informe de la comisión de Ortega y Díaz Ambrona.
El Gobierno se ha comprometido a aprobarla en diciembre. Sin embargo, algunas comunidades (Andalucía, Cataluña, Navarra y el País Vasco) ya han abordado reformas por su cuenta.
Algunos representantes políticos autonómicos han hecho ver su oposición a estos cambios. La consejera de Enseñanza de la Generalitat de Cataluña, Carme Laura Gil i Miró, ha resaltado recientemente que "el currículo de los estudios es competencia de las comunidades, como dice la LOGSE" y que el decreto de humanidades del Gobierno no va a afectar a Cataluña: "Tenemos un Gobierno propio que cree que tiene una historia propia, universal y compartida con el resto del Estado español".
Otro aspecto contribuirá a dificultar el consenso sobre esta cuestión: la indignación de las comunidades que afloró en junio al hacerse público un informe de la Real Academia de la Historia sobre los libros de texto de esta materia. El documento arremetía contra los nacionalistas y los acusaba de tergiversar la asignatura de historia. También señalaba que la educación en las ikastolas se inspira en ideas que favorecen el racismo.
Las comunidades ya pusieron el grito en el cielo en la pasada legislatura cuando Esperanza Aguirre intentó reformar los contenidos de la historia que se imparten en toda España.
- Contenidos mínimos. La ministra ha anunciado, para antes de Navidad, dos reales decretos para modificar las enseñanzas mínimas comunes de las diferentes materias de la educación secundaria obligatoria (ESO) y el bachillerato. Estos contenidos aparecen regulados en la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) y son la parte que establece el ministerio para toda España y representan el 65% de las enseñanzas en las comunidades sin lengua propia y el 55% en las que sí la tienen.
El Gobierno pretende con ello reforzar las materias troncales (matemática, lengua e idiomas) y recortar las optativas. Además, introducirá sus cambios en las humanidades dentro de estos reales decretos. Educación considera poco concisos estos contenidos y pretende, en principio, concretarlos más.
Sin embargo, al PSOE le costó dos años consensuarlos con las comunidades. Uno de los motivos de buscar ese consenso era que sin él existía el riesgo de que las comunidades y sus profesores no los llevaran a la práctica, ya que son ellas las encargadas de desarrollar el currículo a partir de las indicaciones que marca el ministerio.
- Ley de Calidad de la Educación. La ministra pretende elaborar el año próximo esta nueva ley que modificará las tres grandes leyes no universitarias (LOGSE, LODE y LOPEG). Con ello tendría que volver a modificar los contenidos mínimos que aparecen regulados en la LOGSE y que se ajustan a su estructura. Mediante estos cambios, el Gobierno pretende diversificar la ESO para dividir a los alumnos en ramas según su nivel, cambiar el sistema de repeticiones de curso y desviar a los alumnos de resultados más bajos hacia la formación ocupacional y garantía social.
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