Olimpo bajo
Antes los dioses de la sociedad volaban muy altos, eran inalcanzables y la gente los veneraba. Ahora de forma consciente la televisión ha fabricado un olimpo cutre y lo ha situado en una zona inferior al nivel medio de los ciudadanos. En la pantalla salen unos famosos completamente imbéciles, creados de la nada y que están ahí sólo para que los espectadores puedan escarnecerlos a placer olvidando así la propia miseria. En este sentido la televisión cumple un servicio público. Por muy mal concepto que tengas de ti mismo siempre te sentirás moralmente superior a cualquiera de esos gaznápiros que se presta a ser insultado en un programa previo pago. Por muy vulgar que consideres a tu pareja sentada a tu lado ante el televisor, te parecerá un ser exquisito si la comparas con lo que estás viendo en la pantalla. La televisión está sometida a propósito a la basura para que el ciudadano pueda vomitar sobre ella creyéndose más honorable, del mismo modo que la mediocridad de los espacios obedece a una razón comercial muy taimada: todo es ordinario para que los anuncios parezcan fascinantes. Lo que sale en televisión siempre es algo previo a un spot publicitario. Cuanto más burda sea una telecomedia, por contraste más seductora será la chica que bebe ese refresco a bordo de un velero, cuanto mayor repulsión te cause ese humorista chabacano más fuerte será tu deseo de huir en el coche de 16 válvulas que se pierde en el desierto, cuanto más tosco sea el cotilleo del corazón más noble te va a parecer cualquier producto de los grandes almacenes. El beneficio que aporta la basura televisiva a las relaciones humanas la acabo de descubrir en un amigo que hacía seis meses que no se hablaba con su mujer aunque vivían juntos. Sentados en el mismo sofá, pero incomunicados, estaban viendo la televisión. Después de un silencio que había durado medio año la mujer no aguantó más y exclamó: "Este programa es una mierda". El hombre no tuvo más remedio que asentir: "Tienes toda la razón, este programa es una mierda". A partir de esa cochambre aceptada y compartida la pareja se ha reconciliado y todo indica que esta vez el nudo no se va a deshacer nunca porque la basura de televisión ata más que el sacramento. Antes la clase media miraba hacia las cumbres para admirar a sus dioses. Ahora la gente los descubre en un olimpo inferior a si misma y al sentirlos tan miserables se siente reconfortada.
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