La perla de la Ostra

Tras ocho días de infructuosa búsqueda de un alijo de droga supuestamente enorme en el carguero Privilege, retenido en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, lo único cierto es que el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles, se precipitó en su anuncio triunfal. Las operaciones antidroga, como cualesquiera otras contra el crimen organizado, no deberían anunciarse a bombo y platillo hasta su conclusión, o al menos hasta garantizar los elementos centrales del cargo. En la denominada Operación Ostra, Robles ha pecado de imprudencia al airear un supuesto alijo de entre cinco y diez toneladas de cocaína, "el segundo mayor incautado (sic) por la policía española". Explorar un barco de 120 metros de eslora y lleno de escondites es una labor difícil. El problema no se crea sólo por la detención del barco ni de su tripulación, ahora liberada con la excepción del capitán, que ha vuelto a ser arrestado por presentarse con documentación falsa. Está claro que al menos el mando del Privilege no es trigo limpio. Pero el colosal alijo está aún por encontrar.

Lo que de momento es un fiasco tampoco tiene por qué empañar la figura de la policía o de los jueces. Ésta ha sido una operación en la que han participado fuerzas y expertos de varios países, a través de un largo seguimiento del Privilege desde Venezuela. Podría haber ocurrido lo mismo en un puerto italiano o francés. La gran diferencia está en la actuación propagandística de Gonzalo Robles. Incluso si el supuesto alijo llegara a localizarse, está claro que el delegado y los cargos de la policía que le acompañaron en la famosa conferencia de prensa deberían haber sido más cautos. Vendieron la perla antes de abrir la ostra y ahora su indiscreción debe tener un precio político.