El estrés de Wall Street
Nada más despertarnos, nos hemos asomado a la ventana. La misma rutina de todos los días. Siempre vemos si hay lluvia, nuestra peor enemiga. No. Había viento. Se movían los árboles de lado a lado. Un mal presagio. En el desayuno nos lo comentó Belda y Cabello no quería ni oírlo: "Que se indigesta, que me pongo nervioso". En carrera, como nos temíamos, no han parado los nervios. Me río del estrés de la gente de Wall Street. No hay ni punto de comparación.Nos las prometíamos felices cuando en el primer abanico del día nos hemos colado siete del Kelme. Hemos sorprendido a Tonkov y otros más. Parecía que habíamos empezado con buen pie. Luego, el pelotón se reagrupó. Cuando quedaba poco para embocar la llegada hacia Zaragoza, con viento a favor, se lió. Una vez más, el mérito hay que apuntárselo al ONCE. Muy propio de Manolo Saiz: salieron con un plato más grande que el resto de equipos, con un 54. Después de su mala suerte, con lo de Zarrabeitia y lo demás, es digno de elogio que lo intenten. Ellos han abierto los dos cortes de la etapa. Afortunadamente, Heras ha entrado en todos. Él ha visto la carrera desde arriba, pero yo siempre veo los abanicos desde atrás. Hoy me acompañaba Escartín.
Me ha ocurrido hoy un detalle curioso. Desde mi emisora, por alguna razón técnica, no sólo escuchaba a Belda, sino también a Mínguez y a Juan Fernández. Otras veces, cuando bajo por bidones y paso al lado de los coches del Vitalicio, del Telekom o de otros, les oigo cuando hablan por el auricular. Pero no desde la mitad del pelotón, donde iba yo. Lo oía todo. He comprobado que las tácticas con los abanicos son iguales para todos. Los tres ordenaban que no nos quedáramos por detrás, que nos agrupáramos por delante, que cuidado con los giros. Lo que pasa es que la carretera no tiene suficiente anchura y no todos vamos con iguales fuerzas. Es sabido que los directores intentan a veces escanear a los demás, pero a mí me ha ocurrido por pura casualidad.
Estos días se va incómodo. Aunque parezca mentira, cuando se producen los abanicos, se marcha más cómodo pasando al relevo que en la cola. Porque si relevas, cuando bajas de posición te desplazas lateralmente. Si no pasas, vas por detrás y te golpea el viento de lado. La protección es menor. Y es duro. También para quienes vamos en el segundo grupo. Yo iba con los del Mapei tirando para Tonkov. Se les ha hecho tan duro que no han aguantado algunos de ellos. A la meta sólo han llegado tres. Los demás no han podido con el ritmo. El ciclismo genera mucho estrés.
Chechu Rubiera es ciclista del Kelme. Sustituye como corresponsal en el pelotón a Ramontxu González Arrieta, que se retiró en la 11ª etapa.
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