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La protesta francesa por la escalada del gasóleo provoca una crisis en el Gobierno de Jospin

Las negociaciones entre los transportistas franceses y el Gobierno para rebajar el precio del gasóleo han entrado en un cuello de botella y generado una crisis en la coalición gubernamental, ya que Los Verdes se oponen a cualquier bajada. Las refinerías siguen bloqueadas, y las gasolineras, desabastecidas. Muchos consumidores se aprestan a repostar en países vecinos. Los transportistas rechazaron la última oferta de recortar el impuesto 35 céntimos de franco por litro (unas ocho pesetas) este año y 25 en 2001. Los camioneros exigen 55 céntimos este año. El Ejecutivo de Lionel Jospin subrayó que "no irá más lejos".

Amenaza de ruptura

La situación es caótica. Hay cuatro aeropuertos que ya no pueden garantizar el repostaje de los aviones. Los taxistas han anunciado manifestaciones para hoy en París y Lyon. Las fronteras están colapsadas por vehículos que hacen cola para ir a comprar combustible a Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Suiza, Italia y España. La protestas afectaron al tráfico de la frontera hispano-francesa por el paso de La Jonquera. Grupos de manifestantes franceses impidieron el paso de camiones por la autopista A-7 a la altura de Le Boulou, según informaron los Mossos d´Esquadra, la policía autonómica catalana. Muchos camiones optaron por atravesar la frontera francesa por la N-2, que, debido al gran volumen de tráfico, sufrió retenciones de hasta dos kilómetros. La protesta de los transportistas franceses no afectó a los turismos, aunque varias gasolineras de la comarca leridana del Valle de Arán han agotado sus reservas de gasóleo por la afluencia de clientes franceses que se han desplazado a Cataluña a repostar.A pesar de todo, Jospin dice que no dará el brazo a torcer. "El gobierno no está dispuesto a ir más lejos", declaró ayer el primer ministro ante las nuevas exigencias de los camioneros. "No habrá más concesiones", añadió Jospin. El Gobierno exige que el compromiso firmado por la TLF, la patronal que controla el 50% de los camiones, sea aplicado. Sin embargo, las otras dos centrales, UNOSTRA y FNTR, no lo aceptan. Añadido a esto, Jospin ha comenzado a tener roces con algunos de sus socios en la coalición gobernante.

"Los Verdes no estamos en el Gobierno para hacer los contrario de por lo que hemos sido elegidos", declaró ayer Dominique Voynet, ministra del Medio Ambiente, justo antes de acudir a una reunión urgente convocada por la dirección de su partido. "Ya basta, ya basta", repetía una indignada Voynet que no acepta que "se tenga que negociar bajo presión y soltar 10.000 millones que luego necesitaremos para otras cosas".

La Verdes amenazan con retirarse del Ejecutivo si el ministro de Transportes, Jean-Claude Gayssot, no da marcha atrás en las concesiones a los camioneros. Su irritación se funda en que en 1998 lograron que el Gobierno aceptara aumentar cada año en siete céntimos la Tasa Interior de los Productos Petroleros (TIPP) que grava el gasóleo y ahora ese logro se está derrumbando. "No se pueden respaldar dos políticas contradictorias", declaró el portavoz ecologista Yves Cochet. "Por un lado el Gobierno firma acuerdos para reducir la emisión de gases contra el efecto invernadero y para evitar que todo el transporte se haga por carretera y sea contaminante. Por otro se cede a los grupos de presión. Lo acordado por Gayssot es inaceptable", añadió.La firmeza de Jospin, al decir que "no habrá un céntimo más para los camioneros" y que "el movimiento de la patronal pone en peligro el crecimiento francés", han llegado tarde. Tras las concesiones hechas por el ministro de Agricultura, Jean Glavany, a los pescadores -reducción de las cargas sociales, impuestos portuarios, reducción del precio del gasóleo- a raíz de su bloqueo de los puertos era previsible una escalada de protestas sectoriales.

A los transportistas ya se han sumado incluso las autoescuelas, las ambulancias o los propietarios de las barcazas del Sena, que ayer bloquearon el acceso fluvial hacia el Ministerio de Finanzas. En otros países europeos se están organizando protestas, pero sin llegar a la contundencia francesa.

La oposición intenta capitalizar las grietas del Gobierno. Ayer, la presidenta del gaullista RPR, Michèle Alliot-Marie, acudió a varias de las barricadas para interesarse por la protesta. Los trabajadores del sector, por su parte, se desmarcaron de sus patronos y declararon no compartir su lucha. "Sería más justo fijar unos precios mínimos a respetar y evitar el reventar precios", declaraba un sindicalista. Los Verdes han intentado capitalizar el punto de vista de los trabajadores poniendo el acento "en la necesidad de mejorar sus condiciones de trabajo".

Detrás del conflicto está también la necesidad de cada formación política de resituarse ante las elecciones municipales de 2001. La marcha de Jean-Pierre Chevènement parece haber precipitado las cosas y ahora lo que era una crisis sectorial con un considerable potencial de desorden social se ha transformado en crisis política ante la necesidada que tienen los ecologistas de demostrar su firmeza y peso dentro del Ejecutivo.

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