La inesperada neutralidad de Bachar
El presidente de Siria se ha comprometido a no intervenir en la designación del nuevo primer ministro
Acaso sea porque el nuevo presidente sirio, Bachar el Asad, no ha acabado aún de asentar su autoridad o porque busca proyectar una mejor imagen internacional, pero lo cierto es que algo empieza a cambiar en la relación entre Siria y Líbano.Damasco, que cuenta con 35.000 soldados desplegados en su "hermano menor" desde 1976, ha podido presionar para que se constituyan determinadas alianzas electorales en Líbano pero ha dejado a los libaneses votar en absoluta libertad y, pese a la victoria de la oposición, está dispuesto a respetar el resultado.
Prueba de ello es que frente a candidatos con fama de prosirios han resultado elegidos diputados algunos políticos como Albert Moujeiber, que piden nada menos que "el fin de la ocupación siria". Más moderados, la mayoría de los integrantes de la exitosa lista encabezada por el druso Walid Jumblat, y que probablemente formarán parte de la mayoría parlamentaria, abogan por un "reequilibrio" de la relación entre Damasco y Beirut. En cuanto a Jumblat, el jefe druso exige la puesta en libertad de Samir Geagea y el regreso de exilio de Michel Aun, dos acérrimos enemigos de Siria.
"El presidente sirio ha manifestado claramente su posición [de no intervención en la designación del primer ministro] ante las personalidades libanesas que ha recibido recientemente en Damasco", declaraba al diario Al Mostakbal el jefe de la diplomacia siria, Faruk al Sharaa. "Considera que el desarrollo de elecciones democráticas en Líbano es un factor de tranquilidad para Siria", añadía el ministro.
Hariri, que casi con seguridad será nombrado el frente del Gobierno, no puede, en ningún caso, ser tachado de antisirio, pero lo cierto es que Damasco no movió un dedo en 1998 para impedir al presidente libanés, Émile Lahoud, destituirle como primer ministro. Acaso sus estrechas vinculaciones con el capitalismo saudí y norteamericano disgustaban al rais Hafez el Asad. En su futuro Gobierno de coalición de Hariri habrá, probablemente, figuras que insistan en establecer una relación más ecuánime con Siria.
Ésta parece ser también, paradójicamente, la preocupación del hijo de Hafez el Asad que en julio, al morir su padre, "heredó" la presidencia del país. En su investidura, Bachar habló de la necesidad de "perfeccionar" esa relación, y la evacuación israelí del sur de Líbano, a finales de mayo, le facilita la tarea.
Deseoso, aparentemente, de sacar a Siria del aislamiento en el que está sumida desde el desmororamiento de la Unión Soviética, hace ya casi una década, Bachar da la impresión de estar dispuesto a aligerar su tutela sobre Líbano al que, según Al Sharaa, se dispone incluso a efectuar una primera visita de Estado.
Pero aunque así sea, Damasco, que no reconoce la independencia de Líbano, seguirá considerando a su vecino occidental como parte integrante de la Gran Siria de la que fue injustamente segregado por Francia.
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