_
_
_
_
Tribuna:NEGRITAS
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Qué susto!

La úlcera sangrante que sufrió el histórico líder comunista Santiago Carrillo durante sus vacaciones en Nerja (Málaga) no sólo ha tenido en jaque a sus familiares, admiradores y a toda la prensa nacional, sino también, y muy especialmente, a los trabajadores del Hospital Comarcal de La Axarquía, un centro habitualmente tranquilo, que ha vivido desde la barrera incluso las peores escaramuzas a cuenta de los retrasos en las listas de espera de la sanidad pública.Pero el verano les trajo un paciente conocido, con todo lo que eso acarrea: la centralita telefónica desbordada por cientos de llamadas, la necesidad de contener a los visitantes inoportunos y, por si fuera poco, un susto. Lo último llegó de la mano del cantante Joaquín Sabina, quien quiso aliviar las penas de Carrillo regalándole un cartón de tabaco para que pudiera cumplir su deseo de fumar -algo que, según las malas lenguas, el líder ha hecho a hurtadillas durante su estancia en el centro-. Pues hete aquí que en el hospital reciben el paquete y empiezan las sospechas. ¿Será lo que parece, o tendrá dentro lo que la caja de puros que ETA envió a Carlos Herrera? Para salir de dudas, hicieron lo más inteligente: llevar el paquete a rayos X y hacerle una placa. Se acabó el susto: el cartón sólo contenía cigarrillos. Que, por otro lado, se sabe que también matan, pero ese riesgo lo asume voluntariamente el fumador.

Aunque en el fondo, el que fuma nunca cree que el tabaco le vaya a llevar más allá de una tos incómoda. La muerte y las grandes enfermedades se asumen como un riesgo lejano e incierto. Quizá parecido al que vio la ex alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, cuando dejó la alcaldía en manos de Francisco de la Torre, del que podía esperar que alterase ligeramente su forma de llevar la política municipal, pero nunca que llegase a hacerle sombra como alcalde carismático.

Y sin embargo, De la Torre se ha crecido conforme pasaba días en el sillón municipal. Primero, representando más que dignamente a la institución que gobierna en la semana trágica de los atentados de ETA en julio; y después, triunfando en la Feria junto a Antonio Banderas, el pregonero más codiciado. Para colmo, su partido, el PP, que mantiene unas relaciones más que tormentosas con la ministra de Sanidad, confirma su candidatura a las próximas municipales. Dicen que Villalobos está dolida. Es que menudo susto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_