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La Audiencia de Barcelona libera al hombre encarcelado por un robo de hace 13 años

Pedro Martínez García, el vecino de la localidad barcelonesa de L'Hospitalet de Llobregat que ingresó en prisión el pasado viernes por un robo de 50.000 pesetas cometido hace 13 años, quedó ayer por la tarde en libertad, después de que la Audiencia de Barcelona suspendiera de forma provisional la ejecución de la condena a cuatro años de cárcel que se le impuso. "No hay derecho a lo que me han hecho", dijo Martínez García, de 36 años, al abandonar la cárcel Modelo de Barcelona a las 14.30 horas de ayer. Martínez, que tras cometer el robo en 1987 se casó, es padre de familia y tiene hoy en día un empleo estable, aseguró a las puertas de la prisión que había olvidado todo lo relacionado con aquel asunto. "Yo no me he escondido, estaba en mi trabajo, soy una persona normal", añadió. Según relató, creía que el Tribunal Supremo había aceptado el recurso presentado contra la condena de cuatro años que le impuso la Audiencia de Barcelona por el robo, cuando, en realidad, el máximo tribunal español confirmó la condena en 1989.

Pedro Martínez abandonó la cárcel Modelo el mismo día en que el departamento de Justicia de la Generalitat le concedía el tercer grado penitenciario, lo que le obligaba sólo a regresar a prisión a dormir. Máximo Godó, abogado del afectado, anunció que pedirá responsabilidades a la policía por la demora de más de nueve años en la ejecución de la orden de búsqueda y captura, que data de noviembre de 1991.

La suspensión cautelar de la ejecución de la condena estará en vigor en tanto se tramita el indulto solicitado por el abogado Maximo Godó y que ya estudia la Sección Novena de la Audiencia de Barcelona.

Los hechos ocurrieron el 25 de septiembre de 1987. La tarde de aquel día Pedro Martínez, que por entonces contaba 23 años, acompañado de otra persona cometió un robo a punta de navaja en una tienda de la avenida de Poniente de L'Hospitalet y se apoderó de 50.000 pesetas, varias prendas de vestir y los colgantes de oro que llevaba la dueña del establecimiento.

Martínez fue detenido y pasó un mes en la cárcel. Salió bajo fianza y, en el juicio, en 1989, fue condenado a cuatro años, dos meses y un día de prisión. La sentencia fue recurrida ante el Supremo y Martínez no volvió a ingresar en la cárcel. Desde aquel momento el acusado no supo nada más del asunto. En 1992 se casó, tuvo una hija y desde entonces trabaja en la misma empresa. Pero en 1991 se dictó la orden de busca y captura en su contra. La policía tardó nueve años en ejecutarla.

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