Papá robot
Un ordenador logra diseñar y fabricar por primera vez un autómata casi sin ayuda humana
Plástico y bolas
Robots que evolucionan dentro de un ordenador y se fabrican fuera de él sin apenas intervención humana son el fruto del trabajo de científicos de Estados Unidos que han avanzado un poco más hacia la vida artificial. Mientras tanto, en Suiza, otros investigadores han conseguido enseñar a robots reales a tener espíritu de cooperación, a imitar lo que ya pasa en la naturaleza y convertirse en hormigas mecánicas.Los dos logros parecen ser un importante paso adelante para el mundo de la informática y la robótica, hacia el día en que vastas colonias de hormigas mecánicas se suelten para reproducirse y para explorar ambientes hostiles en planetas distantes. "Nubes de robots como estos, con una organización autónoma y descentralizada y capacidad de cooperación, pueden algún día trabajar en ambientes desconocidos que están fuera del alcance de los humanos", han dicho los editores de la revista Nature, donde se publican los dos trabajos.
Las máquinas que evolucionan y se reproducen han sido creados por Hod Lipson y Jordan Pollack de la Universidad Brandeis en Massachusetts. Lo que hicieron fue escribir programas para simular una línea de producción en cadena en la que el diseño del robot móvil evoluciona con el tiempo. Para empezar los científicos informan al ordenador de las leyes físicas que tiene que respetar y fijan un objetivo, un robot que se pueda arrastrar.
A partir de ahí, el ordenador prueba nuevas formas sucesivamente para crear ese tipo de máquina. El proceso puede prolongarse durante centenares de generaciones de robots de muchos modelos distintos, antes de conseguir el diseño, que se fabrica automáticamente en una pequeña planta adyacente. El resultado es una combinación de piezas de plástico y bolas de rodamientos."Los robots pueden arrastrarse con apéndices delanteros, empujar desde atrás o ambas cosas", ha dicho Pollack. Lo importante es que "ningún ser humano diseñó el modo en que se mueven estos robots". Es el ordenador el que prueba diseño tras diseño, mejorando la habilidad para arrastrarse a medida que evoluciona el robot. En esta investigación sobreviven sólo los diseños que mejor se adaptan al objetivo fijado, los cuales son fabricados de forma robótica con una mínima intervención humana para ponerlos en marcha.
Rodney Brooks, especialista en inteligencia artificial, considera este trabajo "un paso necesario y largamente esperado hacia el sueño de máquinas que autoevolucionan". Los investigadores, piensa Brooks, han logrado pasar de los modelos de ordenador a la realidad física.
El equipo suizo, dirigido por Laurent Keller, de la Universidad de Lausanne, consiguió por su parte que colaborasen diminutos robots, en grupos que llegaron a ser de una docena. Tenían que partir de una base e ir a buscar comida (cilindros de plástico) cuando el nivel de energía en su casa bajaba demasiado.
"Exploraban al azar hasta que encontraban comida o se les acababa su batería, y entonces volvían al nido", explica Keller. La eficiencia de la operación mejoró mucho con el aumento de hormigas, pero sólo hasta cierto número, porque cuando había muchos robots, interferían unos con otros.
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