Hoteles-hongo
Todos quieren más hoteles, más camas. La euforia del verano, aunque luego los datos han sido menos optimistas, ha hecho saltar los deseos de no pocos alcaldes que sueñan con llenar sus municipios de complejos turísticos. Si han leido los excelentes y documentados informes de Diego Narváez sobre el turismo en éste periódico, al menos les puede quedar la duda de que no todo el monte es orégano.Cuando uno lee, también en EL PAÍS, que el alcalde de Salobreña, en la costa granadina, quiere pasar de las actuales 250 camas hoteleras a 8.000 en cuatro años, los pelos se ponen como escarpias. Más modestos son los alcaldes de Vera (Almería), Punta Umbría e Isla Cristina (Huelva) y otros municipios que piensan que el turismo es o debe ser su nuevo Eldorado. Entró la fiebre de las camas hoteleras y salvo que haya quien imponga algo de racionalidad, el litoral andaluz lo quieren convertir los alcaldes en el dormitorio de Europa.
Pocos de estos alcaldes quieren escuchar la voz de los especialistas que, en base a estudios fiables, hablan de saturación, de mercados emisores de turismo que crecen a ritmo menor que la oferta y olvidan que la recuperación de los paises balcánicos, del norte de África, de Egipto, Grecia y Turquía hacen que las tendencias empiezen a ser otras. Un ejemplo: los italianos y el poderoso mercado alemán, aún manteniendo cuotas de crecimiento como se pudo detectar en Hannover, empiezan de nuevo a dirigirse a estos países. Nos queda el inglés, pero de todos es sabido el influjo de los todopoderosos mayoristas que mueven los mercados según sus intereses. De ahí a tirar los precios, hay sólo un paso.
Aprender de errores ajenos (Baleares, por ejemplo) o de los propios (los problemas que atravesó la Costa del Sol en la anterior crisis) debe hacer pensar que algunas iniciativas pueden ser irracionales.No dudo de la buena intención de los alcaldes que buscan en el turismo su propio motor de desarrollo, pero no hay leche para todos. Como también es seguro que las empresas hoteleras, salvo compensaciones increibles, se lo pensarán dos veces antes de invertir. Aún así, la Junta de Andalucía y la Consejería de Turismo deben evitar que un exceso de oferta nos lleve a la bancarrota.
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