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LOS PAÍSES POBRES TAMBIÉN TIENEN HISTORIA

Ha trabajado en la rehabilitación del fuerte de Felipe II en Cabo Verde. Lamenta el "declive" de la historia, "porque hoy sólo se valora la rentabilidad inmediata".

Por Jorge de Juan detesta a Indiana Jones. Y tampoco comparte la idea "romántica" que planea sobre su profesión. "El arqueólogo, más que encontrar tesoros, rebusca entre la basura", sostiene. Pero esa basura guarda piezas del rompecabezas de la historia, de un pasado bajo tierra que los pueblos no siempre conocen.

"Una de mis mayores satisfacciones cuando excavo fuera de España es la sensación de que ayudo a que un país conozca mejor su propia historia", afirma este madrileño de 29 años licenciado en Prehistoria y Etnología.

A mediados de los noventa, pateó la zona de Gulimín, al sur de Marruecos, sin otro salario que la comida, un colchón... y la experiencia. Durante dos campañas, cada una de un mes, realizó prospecciones en busca de posibles yacimientos arqueológicos. Su trabajo, con compañeros franceses y marroquíes, sirvió para aportar datos a la Carta Arqueológica de Marruecos. El segundo salto al exterior se inició en 1999. Ya como profesional a sueldo, el arqueólogo se hizo cargo de otra tarea "apasionante": dirigir las excavaciones para la rehabilitación de la fortaleza real de San Felipe, en Cidade Velha, la primera capital de Cabo Verde y centro del tráfico de esclavos en el siglo XVI. El trabajo, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), ha permitido descubrir nuevas dependencias y devolver el aspecto original a un fuerte de origen español. Lo mandó levantar Felipe II entre 1582 y 1587 para proteger así una plaza estratégica donde ya había atracado Colón y que por aquel entonces era cabeza de puente entre África, América y Europa. El arqueólogo, satisfecho de "ayudar a los caboverdianos a recuperar su historia", busca ahora claves para demostrar que la desertización del archipiélago (a 500 kilómetros de la costa africana) se debió a la presencia colonial.

"Cuando uno empieza a tener experiencia se da cuenta de que no encontrará Troya. Lo que encuentra es la olla donde alguien hacía las patatas. Así se reconstruye la vida cotidiana del pueblo, algo muy distinto de la historia de la clase alta y las grandes batallas". En este oficio, el nomadismo es habitual: difícilmente hay una excavación al lado de casa. En lo que va de año, De Juan ha pasado 45 días en Cabo Verde y 30 en un yacimiento ibérico de la provincia de Cuenca. Le quedan cuatro meses en la de Toledo.

El investigador, que comparte el aserto de su mundillo -"cualquier yacimiento es un libro cuyas hojas se leen a medida que se destruyen"-, lamenta el "declive" que sufre la historia. "Ahora se valora el momento y la rentabilidad inmediata. Se olvida que, sin la historia, no seríamos lo que somos". Mientras, aguarda blindado: "Los de mi generación nos hemos dado cuenta de que el idealismo con el que nos educaron no tiene hueco. Sólo importa el dinero. Por eso somos escépticos y pragmáticos. No pedimos peras al olmo porque sabemos que no las da. Pero tampoco renunciamos a que el mundo sea algo mejor". A fin de cuentas, Indiana Jones tuvo buena taquilla, pero sólo era "un saqueador".

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