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Un real retraso

Las obras del palacio marbellí del rey Fahd retrasan la llegada del monarca saudi a la ciudad

VERANO 2000

Los egipcios empleaban decenas de años y miles de obreros en construir las pirámides. A este paso, parece que el rey Fahd pretende seguir su ejemplo, y no sólo en lo relativo a la cantidad de mano de obra. La reforma de su palacio marbellí, Mar-Mar, que se inició en enero, está tardando bastante más de lo previsto en un comienzo. Este retraso ha pospuesto a su vez la llegada del monarca, que ha dejado dicho que durante su estancia en la ciudad no quiere ver en su casa, situada en plena milla de oro, ni obreros ni camiones.Si hace meses la conclusión de las obras estaba prevista para el mes de julio, ahora todo apunta a que la residencia real no estará lista antes de octubre, y parece que ese plazo cuenta con que no haya ningún otro obstáculo desde ahora hasta la finalización de los trabajos. Según algunas fuentes, a la Casa Real de Arabia Saudí no le han gustado algunas de las remodelaciones realizadas, así que mientras unos obreros levantaban muros, otros ordenaban posteriormente su demolición o transformación total. En pocas palabras, que no se ponen de acuerdo. La demora de las obras ha supuesto también un considerable incremento de la cifra inicial de 18.000 millones de pesetas, cantidad ya de por sí exorbitante.

Los primeros en percatarse de lo que supone un verano sin el rey Fahd en Marbella han sido los hoteleros, que han visto anuladas las numerosas reservas de sus suites (el año pasado ocuparon 400 en los diferentes hoteles de lujo de la zona), en las que se suelen alojar los miembros del numeroso séquito que acompaña habitualmente al monarca -unas 3.000 personas el año pasado-. Sin embargo, a los hoteleros no les debe haber sido difícil encontrar otros clientes, ya que la ciudad ha mostrado un lleno total durante el mes de agosto.

Los hoteles de cinco estrellas no han sido los únicos en notar la ausencia del monarca. Algunos bares también le han echado bastante de menos, sobre todo aquellos en los que miembros de su séquito alquilaron el pasado año varias mesas durante un mes por 50.000 pesetas al día, y eso sin contar la consumición.

Este retraso en la llegada del rey Fahd no significa que algunos otros de los componentes de la familia real no hayan recalado este verano en Marbella. De hecho, la ciudad costasoleña ha recibido como cada año la visita de los príncipes Abdulaziz y Salman, hijo y hermano del rey respectivamente; de cuatro de sus hijas; y de varios militares, generales y altos cargos del país. Algunos se han alojado en la finca real, donde cuentan con mansiones copiadas de los cuentos de las Mil y una noches, mientras que el resto ha elegido en esta ocasión chalés privados del más alto nivel, que han alquilado por una importante cantidad de millones de pesetas.

Mientras tanto, el hormigueo de trabajadores, que han llegado en ocasiones a superar el millar, es continuo en el palacio Mar-Mar durante las 24 horas del día. El objetivo es poner a punto la residencia real, que contará con todas las comodidades para que su propietario pueda moverse en su interior con total libertad y comodidad. Expertos artesanos de hasta 16 nacionalidades trabajan con ahínco en el estucado y la puesta a punto del palacio, pero hay también otros edificios que se construyen en la finca, como un centro de comunicaciones, un hospital con todos los avances médicos en el que trabajarán cerca de medio centenar de especialistas, varias residencias para invitados y numerosas piscinas.

Parece poco probable que la presencia en Marbella del rey Fahd, que recibió el pasado año la visita del monarca español durante su estancia en la ciudad, se produzca antes de noviembre, y eso confiando en que todas estas obras estén terminadas en la nueva fecha prevista.

Sin duda la llegada del monarca saudí, que se especula podría ser definitiva, generará pingües beneficios para los empresarios y profesionales de la zona, que ingresaron el pasado año unos 15.000 millones de pesetas durante la visita real. La gran demanda por parte del palacio de todo tipo de productos provocó, entre otras cosas, que las carnicerías de Marbella quedaran por vez primera desabastecidas de cordero, de forma que tuvieron que pedir ayuda a los ganaderos de la comarca para hacerse con cientos de kilos, o que los grandes centros comerciales incrementasen su plantilla. De hecho, el gasto en alimentación del séquito saudí superó los seis millones de pesetas diarios.

Los saudíes también dejaron huella la temporada pasada en el sector de las telecomunicaciones en la zona. El personal del monarca alquiló más de 200 teléfonos móviles.

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