Vuelta al trabajo
Termina agosto y vuelvo de las vacaciones. Vuelvo a mi cómoda oficina en la plaza de las Naciones. Miro, como siempre, a través de la ventana y veo la misma imagen que dejé. Para ellos no hay descanso. El grupo que se manifiesta frente a la puerta de la ONU agita sus pancartas y exclama justicia. No sé hoy a quién le toca, si son los tibetanos, los kurdos, los pueblos indígenas o los familiares de desaparecidos en alguna dictadura; no importa. Lo que piden choca contra el imponente muro del edificio, oídos sordos. Tienen diferentes creencias, hablan distintas lenguas, provienen de todos los rincones del mundo, pero les une en el fondo la misma lucha, la demanda incesante por lo que les pertenece, por la libertad y por ganar la dignidad que les arrebataron. Cierro la ventana y prosigo mis tareas en este hermético edificio, inserto en el orden ginebrino de la aséptica Suiza.- Rossana Catalano. Ginebra, Suiza.
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