Buen cante en la Torre de Don Fadrique
Romerito de Jerez llegó, templó y mandó. Hizo justo lo que tenía que hacer. Ése es el concepto de flamenco que aún tienen muchos aficionados. Desde luego, el maravilloso escenario elegido por la organización de la Bienal para albergar las dos noches que correspondían al distrito Casco Antiguo, la Torre de Don Fadrique, hacía presagiar que algo especial debía ocurrir.El pasado miércoles, Lalo Tejada formó el taco con la ayuda de los duendes de la Torre, que volvieron a confabularse para que la bailaora sevillana rememorase viejas glorias. El mismo escenario en el que ganó el Giraldillo del Baile, hace ahora 12 años, volvió a ser talismán para ella.
Caprichos del destino, magia, casualidad y hasta suerte solemos llamar a estas cosas cuando no hay palabra que sea capaz de definir tantas sensaciones juntas. Pero a esos misteriosos seres hay que saber convocarlos y, por lo que pudimos ver el jueves, son muy pocos los que poseen ese bendito don de la comunicación. Romerito de Jerez y Lalo Tejada están entre ellos.
Los jóvenes integrantes del grupo Sabor Jerez, capitaneados por Fernando Moreno, llevaban casi una hora intentando hacer arte. En ese tiempo, sólo Juan Zarzuela en una soleá de Alcalá por bulerías y Sergio El Bola en unos fandangos personales, habían apuntado algo. Por eso mismo, Romerito lo tuvo tan fácil. Y no es que tenga menos mérito, pero cuando no hay nivel, no hay nivel. Así, su cante por soleá fue lo mejor de la noche.
Luego vino el turno de Cádiz y Mariana Cornejo que, con mucha profesión y gracia, antes de empezar a cantar ya se había metido al público en el bolsillo. ¡Qué habilidad hay que tener! Con la gente entregada de antemano, sólo tuvo que hacer lo de siempre: cantar por alegrías, tangos y bulerías para cumplir de sobra, subir de tono el ambiente y arrancarle al respetable los mayores aplausos.
Cantó entonces una de las guapas integrantes de Sabor Jerez eso de "¿Qué nos está pasando? / ¿Qué le pasa al flamenco que nos lo están cambiando? / No se canta como antes, ni se baila por soleá. / Lo puro se está perdiendo, lo puro se está perdiendo. / Que no se pué terminá." Una letra que sonó a paradoja porque, desde luego, ellos no hicieron mucho por cambiar las cosas.
Al final, lo de siempre. Andrés El Pescailla hizo su cante por bulerías de los danone con sabor a Diego Carrasco, alargando lo que tenía que haber terminado hacía tiempo.
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