Aclaraciones
Con profundo dolor y preocupación hemos leído la información suscrita por su corresponsal en Caracas, Ludmila Vinogradoff, publicada en ese prestigioso diario el día domingo 20 de agosto del presente año en la página 7 en la cual se afirma en titulares la desaparición de 120 niños acogidos por familias en Venezuela, a raíz de la tragedia natural que afectó al litoral central y a otras áreas el mes de diciembre.Nos preocupa porque a través del mismo se expresan conceptos que no se corresponden con la realidad y que descalifican la titánica tarea que ha llevado a cabo el Gobierno y el pueblo venezolanos y que contó con la invalorable y decidida solidaridad de los países del mundo, y en la que España ha jugado fundamental papel.
Entendemos la angustia de aquellas personas que han perdido a sus deudos y la esperanza por encontrarlos, vivos o muertos. Entendemos y compartimos su necesidad de agotar todas las vías posibles para ello y la creación de organismos de apoyo, toda vez que el ser humano no acepta con facilidad la pérdida de un ser querido y lucha por obtener una respuesta a sus penas y jamás pierde la esperanza. Lo que nos resulta difícil de comprender es cómo ese dolor y esa esperanza puedan ser utilizados y jugar con la angustia de un pueblo.
Permítame en primer término utilizar la gráfica que acompaña al artículo. Usted podrá apreciar que hay en ella un gran número de desaparecidos, cuyas edades oscilan entre ocho y dieciséis años, lo que nos lleva a la siguiente reflexión: esas personas, de estar vivas, ¿no estarían en capacidad de aportar la información que permitiese su identificación y la ubicación de sus familiares?
Señor director: con mucho sentimiento, pero con toda propiedad, me permito expresarle que, en mi condición de ministro de Defensa para ese momento, formé parte del equipo de trabajo del presidente Chávez para el manejo de la crisis de Vargas en su primera fase y me correspondió presenciar en toda su magnitud lo que ustedes conocen como La Riada. Ojalá ustedes tuviesen la razón. Qué no daríamos todos por retornarle la felicidad a quienes perdieron a sus seres queridos, pero estoy casi seguro de que ese gran número de niños que no aparecen, lamentablemente pudiesen estar bajo toneladas de lodo y piedra como consecuencia de la desgraciada e imparable acción de la naturaleza.
Con qué ligereza y falta de seriedad su corresponsal maneja las cifras, exagerando de manera irracional la información oficial. Como vocero en la dirección de la operación, puedo garantizarle que jamás se habló de 90.000 muertos; sin poder disponer de un número exacto, los partes y la información nos permiten hablar de 15.000 a 20.000 víctimas fatales.
Señor director: Puedo dar fe de la invalorable, desinteresada y
fructuosa labor de la primera dama de la República Bolivariana de Venezuela, doña María Isabel Rodríguez de Chávez, quien, como madre venezolana, se abocó e impartió instrucciones para el manejo de un centro de acopio de material médico-quirúrgico, alimentos y ropas, así como la exigencia de un cuidado extremo y especial para con los niños víctimas de la tragedia, con el objeto de garantizar su bienestar y garantizar el reencuentro con sus familiares.
Ratificamos que no hemos cedido ni un milímetro en el empeño de lograr la definitiva recuperación de los venezolanos afectados por la tragedia, ofreciéndoles desde atención psicológica y apoyo espiritual hasta viviendas dignas y trabajo, dentro del proceso de reconstrucción del país que nuestro Gobierno ha asumido como tarea fundamental, poniendo el acento prioritario en la infancia.
Finalmente, le agradezco nos permita el derecho a réplica que nos corresponde y nos publique esta carta para que los lectores, de manera objetiva, puedan formarse un criterio propio de lo ocurrido. Estamos seguros de que la reconstrucción de las zonas devastadas no será fácil. Que es un reto, y tanto el Gobierno nacional como el pueblo venezolano, continuarán entregando su corazón hasta lograr su cometido.- Raúl Alejandro Salazar Rodríguez. Embajador de Venezuela. Madrid.
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