Rescate en el fondo del mar
Que los buzos noruegos hayan logrado en unas treinta horas lo que los equipos de salvamento rusos no consiguieron en una semana no es ninguna sorpresa para el instructor de buceo español Ricardo Ferrera: "En submarinismo se producen avances técnicos continuamente. Los noruegos disponen de una tecnología en lo relativo a reguladores de presión, mezclas de aire y robots teledirigidos que los rusos no poseen. Si no hubiesen querido dar una imagen de potencia autosuficiente, la tripulación habría tenido muchas posibilidades de salvarse". Un buceador autónomo no podría soportar la presión que supone trabajar a más de 100 metros de profundidad, con el aumento del nivel de nitrógeno en sangre y la fuerte descompresión al ascender que esto supondría, por lo que el rescate debe realizarse por buzos alimentados con aire desde la superficie y provistos de un traje estanco, en parte de hierro, que funciona como un pequeño submarino alrededor del cuerpo humano, manteniendo la presión. Un buzo con este equipo puede trabajar a grandes profundidades durante largas horas -los noruegos trabajan en turnos de seis horas- sin necesidad de regresar a la superficie. "Si los rusos no disponían de estos sistemas, deberían haberse limitado a alimentar con oxígeno al submarino, dejando el rescate en manos de otros", afirma Ferrera.
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