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Rusia da por muertos a los 118 marinos del 'Kursk' y pide ayuda para sacar los cuerpos

"Se ha determinado, de forma definitiva, que ha fallecido toda la dotación formada por 118 hombres, del submarino Kursk. Las Fuerzas Navales expresan su pésame a los familiares". Ya es oficial. Se trata de una declaración de Viacheslav Popov, jefe de la Flota rusa del Norte, que, desde el crucero Pedro el Grande, ha dirigido la operación de rescate. No hay, pues, supervivientes del accidente que el pasado 12 de agosto precipitó al fondo del mar de Barents a uno de los más modernos sumergibles nucleares rusos, y con él, gran parte del orgullo residual de Rusia.

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La televisión estatal emitió el comunicado de Popov en su telediario de las nueve de la noche. Horas antes, Mijaíl Motsak, jefe del Estado Mayor de la flota rusa, mostraba su convicción de que se habían cumplido los peores presagios y de que, en el interior del Kursk, sólo había 118 cadáveres. Una opinión compartida por John Espen Lien, portavoz militar noruego, según el cual los submarinistas de esta nacionalidad, protagonistas indiscutibles de la operación de rescate, descubrieron que la totalidad del sumergible está inundada. Era la confirmación de que cabía esperar funerales, pero no milagros.Los buzos noruegos lograron abrir a las 7.45 horas de ayer (dos menos en la España peninsular) la escotilla de acceso a la nave. Estaba totalmente inundada. La portezuela hermética que comunica la cámara de descompresión con el compartimento número 9 se entreabrió a las 12.25. También estaba inundado. Una cámara submarina entrevió entre las aguas turbias lo que parecía ser un cuerpo humano. Puede haber hasta cinco más. Había algunas burbujas de aire, pero claramente insuficientes para sustentar vida humana, y probablemente procedían de algunas cañerías y aparatos.

Está claro que, incluso en los compartimentos 8 y 7, en los que en los últimos días se habían depositado algunas esperanzas, el panorama será igualmente siniestro, si acaso con más cadáveres. Más allá, en las seis primeras habitaciones del sumergible, las más dañadas en el accidente, sólo hay más y más muerte: cuerpos aplastados, hechos pedazos, hinchados y en muchos casos irreconocibles.

La tragedia se ha consumado. Motsak cree que la práctica totalidad de los tripulantes murió poco después del accidente, ocurrido en la mañana del día 12 por circunstancias aún por determinar. El esfuerzo posterior para salvar vidas resultó inútil, aunque había que intentarlo. Ahora, prometió, continuarán los trabajos para intentar recuperar hasta el último cuerpo. "Se hará cueste lo que cueste", en tiempo (probablemente varios meses) y en dinero.

Rusia pidió ayer a Noruega que siga colaborando, pero no es seguro que los buzos acepten. Llegaron al lugar de la tragedia para una operación de rescate de seres humanos, no de cadáveres. Los 12 trabajan en una compañía noruega especializada en trabajos de exploración y taladrado en las profundidades del mar del Norte en busca de petróleo. Aunque ayer la televisión rusa aseguró que han dado su acuerdo a la operación, el gerente de la compañía no decía lo mismo. Una operación para sacar a los cadáveres requiere otro barco, otra tecnología, meses de preparación y, para empezar, un agujero más grande para entrar en el buque. Y, además, entraña muchos peligros. Por ello, los noruegos, al igual que los británicos, iban a empender ayer rumbo a casa tras concluir la operación. Antes, habían introducido una cámara de control remoto para filmar en lo posible el interior del Kursk. Además, la coordinación no ha sido precisamente perfecta. Entre otras cosas, los noruegos se quejan de las trabas "burocráticas" rusas y de que se les prohibiese trabajar en la proa del sumergible (donde no había ninguna esperanza de que hubiese supervivientes), tal vez para que no tuviesen acceso a ningún secreto del submarino. Vladímir Navroski, jefe de prensa de la flota, dio ayer la cara y dijo que se recurrió a los submarinistas noruegos porque los rusos no están equipados para operar por debajo de los 60 metros de profundidad (el Kursk está varado a 108). Ahora, sólo queda una cosa por hacer: levantar la nave del fondo y, con ayuda de unos enormes y potentes flotadores, elevarla hasta 40 metros de la superficie, desde donde los submarinistas de la Flota del Norte podrán ir sacando los cuerpos. Pero la operación implicaría un alto riesgo de que se rompa el Kursk.

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