Gil, santo varón
Habrá que esperar los resultados finales de la investigación y, por tanto, presuponer la inocencia de quienes manejan los dineros del Ayuntamiento de Marbella. Hubo un tiempo en que toda Marbella era orégano. En septiembre, Gil y su equipo, deberán poner ante el Tribunal de Cuentas facturas que justifiquen pagos de casi 40.000 millones de pesetas.Han leido bien. No es invención de periodista manipulador, ni de políticos babosos, en terminología gilosiana. Los inspectores del Tribunal de Cuentas dicen que esa millonada salió del Ayuntamiento, pero no saben para qué. Gil, con cara de ajusticiado, ha dicho que todo está claro, que no hay problema alguno; que nadie se llevó una peseta y que ahí está él para demostrarlo. Que lo hará en septiembre. Palabra de alcalde, palabra de Gil. Pero, para su desgracia, hay quienes no lo creen.
Marbella, en verano decadente, con colección de morros de silicona, pechos de soja y cuerpos capaces de vender hasta el pliegue de la entrepierna, escucha sorprendida que se ponga en duda la honorabilidad de personas tan honorables como Jesús Gil, Pedro Román y su equipo, el que se vé y el que está a la sombra. Dudan de que el Ayuntamiento de Marbella haya sido la cueva de "Gil Babá y los 40.000 millones".
Cuando el ferroagosto se clava en las neuronas, ya se sabe que la lengua se desata. Gil, santo varón. Gil, luz que brilla en el desierto. Gil, pobre entre los pobres. Gilmarbella. Marbella, soy yo. Gil, todos contra él. Gil, perseguido. Él, que nunca ha roto un plato. ¡Cómo osan pedirle que justifique 40.000 millones desde 1993 a 1999, sus años dorados! O sea, 20,5 millones diarios durante seis años. ¡Tela marinera! Imperioso no sale de su asombro, como las curvilíneas chicas del Tropicana habanero que aún esperan a que se les paguen los casi 20 millones que se les adeuda de aquel verano en el que llenaron las noches marbellíes de deseo y sones cubanos.
Doble contra sencillo a que aparecen las facturas y la justificación de los pagos. Palabra de Gil. Gil, santo varón.
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