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Entrevista:ECONOMISTAS EN EL NUEVO MUNDO / 4

"Hay que centrar el papel de los bancos en Europa"

Soledad Gallego-Díaz

EMILIO ONTIVEROS - CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA DE LA EMPRESALlevamos bastante tiempo escuchando que el modelo de economía norteamericano ha triunfado y que el europeo tiene que cambiar. Emilio Ontiveros, de 52 años, casado, con dos hijos, lleva años analizando el nuevo fenómeno, desde la Universidad y desde su propia empresa, y está absolutamente de acuerdo. Además, piensa que los cambios aportarían ventajas para los ciudadanos europeos. Pero no está de acuerdo con que se venda gato por liebre: comprender e imitar el modelo de economía de Estados Unidos no tiene nada que ver con gobiernos débiles ni con presupuestos pequeños ni con déficit cero ni con recortes en la seguridad social, la educación o la sanidad.

Pregunta. ¿No se trata, entonces, de flexibilizar el trabajo?

Respuesta. Muchas veces atribuimos el éxito de la economía americana a la flexibilidad del mercado de trabajo, o a una legislación más liberal. Pero no es sólo eso. La nueva economía tampoco es un problema de cablear los colegios o de dedicar más dinero a I+D. Tiene que ver mucho más con talantes y con la disposición de las instituciones. Por ejemplo, es importante admitir que se debe cambiar la actitud frente al riesgo. No es un problema de gasto, es un problema de actitudes.

P. ¿Qué significa cambiar de actitud frente al riesgo?

R. Significa conseguir que los estudiantes de gestión empresarial dejen de recibir una enseñanza dirigida a hacerles empleados del sector público o de un patrón. Pero sobre todo tiene que ver con algo de lo que se habla poco, pero que es importante y que marca diferencias entre EE UU y Europa: la actitud hacia el riesgo que tiene el propio sistema financiero. En Europa, la institución financiera dominante es el banco. Y cuando vas a un banco, lo primero que te preguntan es si tienes dinero o patrimonio. En Estados Unidos hay un cúmulo de instituciones que pueden financiarte. Cuando se dice que muchas grandes ideas han nacido en un garaje, yo aclaro que en un garaje norteamericano y financiadas por una institución norteamericana. Un sistema financiero, hoy día, es tanto o más moderno cuanto más equilibrado esté el papel de los bancos.

P. ¿Qué otros contrastes le parecen importantes?

R. Uno, muy llamativo, reside en las universidades y el mundo empresarial. Una parte muy importante de las denominadas incubadoras están surgiendo en Estados Unidos en las esquinas de las universidades y, en algunos casos, comprometiendo las universidades parte de su presupuesto. Eso era inconcebible en Europa hasta hace tres días. Otro tiene que ver con el reciclaje de las experiencias de los grandes inversores. Lo que allí se llaman ángeles empresariales, grandes inversores, asentados, que, sin embargo, asignan una parte de su patrimonio, de su riqueza financiera, a nuevos proyectos. Son figuras que contrastan fuertemente en Europa.

P. ¿No tiene nada que ver el número de usuarios de Internet?

R. Pues no mucho. El contraste no está en el número de ordenadores personales, o en el número de navegantes en relación con la población. Claro que hace falta un determinado grado de implantación de esas tecnologías, pero también tiene que haber la fundamentación social y empresarial que movilice esas tecnologías. Lo relevante de las nuevas tecnologías de comunicación es la utilización empresarial de las mismas. Eso es lo decisivo.

P. ¿No vale de nada tener Internet si no se aplica al funcionamiento y creación de las empresas?

R. Vale muy poco. Hasta ahora, los empresarios que querían estimar la demanda de lo que fabricaban analizaban tres factores: el precio de venta, la renta de los consumidores y sus preferencias. Las dos primeras se podían calcular, la tercera no. Las preferencias son muy complicadas de establecer. Ahora, en la nueva economía existe un modelo de interlocución con los consumidores que es extraordinario y que está resolviendo la gran incógnita, el gran factor de incertidumbre. Si las empresas pudieran producir en función de la demanda no habría discontinuidad en los ciclos. Por eso, los más visionarios dicen que la nueva economía elimina las fluctuaciones cíclicas, las famosas perturbaciones periódicas de la vieja economía.

P. ¿Usted cree que se van a eliminar los tan temidos ciclos?

R. Quizás no los hemos eliminado, pero es verdad que hoy se está más cerca de poder controlar ese matrimonio clave que es la oferta y la demanda. ¿Por qué existen las discontinuidades en el ciclo? Al margen de crisis financieras, porque se produce un insuficiente ajuste de los inventarios. Y hoy hay sectores donde los inventarios empiezan a ser mínimos. Esto es tremendo. A lo mejor la nueva economía no consigue que desaparezcan las oscilaciones cíclicas, pero parece posible que las suavice.

P. ¿Europa es capaz de entrar en ese nuevo sistema?

R. Europa está entrando y es absolutamente capaz. Hay dos condiciones: una, la difusión tecnológica, y dos, la adecuación estructural. Lo que tiene de nuevo esta revolución tecnológica es que es barata, lo que no había ocurrido antes. Dentro de unos años nos podemos encontrar con que un país en desarrollo tiene las mismas facilidades tecnológicas que un país industrializado. Lo que ocurre es que eso es una condición necesaria para acceder a la nueva economía, pero no suficiente. Tiene que existir una adecuación del conjunto del sistema económico.

P. Cambiar los sistemas de enseñanza, la percepción del riesgo, flexibilizar el sistema financiero... todo eso llevará mucho tiempo. ¿Europa puede esperar tanto?

R. La curva de aprendizaje en Europa ha funcionado. Y ahora se dan las condiciones económicas de base para que podamos empezar a potenciar ese tipo de iniciativas. La gran oportunidad que tiene ahora Europa es la constatación de dónde están las fuentes del crecimiento diferencial. La lección de Estados Unidos es muy fuerte. Para cualquier estudioso de la economía, pero también desde el punto de vista político.

P. ¿Tiene el ciudadano europeo más miedo al cambio que el de EE UU?

R. Lo que se está viviendo ahora en la economía de Estados Unidos no se ha vivido nunca. El resultado de la mayor flexibilidad de su economía es que ha ocupado a más gente que ninguna otra economía en el mundo. Imaginemos que este periodo de diez años pudiera continuar. Diez años ininterrumpidos en una situación próxima al pleno empleo. ¿Dónde está la inseguridad del ciudadano, su miedo? El temor no radica tanto en la posible falta de trabajo como en la presión de reciclar las habilidades permanentemente. Pero esa angustia está asociada a una mayor facilidad para la transmisión de conocimientos y a la existencia de nuevos mecanismos de aprendizaje de fácil acceso.

P. ¿La nueva economía permitirá mantener los grados de protección social que existen hoy día en Europa continental?

R. No tiene nada que ver. Hay que tener cuidado con el papanatismo. Cada colectivo, cada nación puede hacer con sus recursos lo que crea más conveniente. Miremos el debate que se está dando en la campaña presidencial norteamericana sobre qué hacer con el excedente presupuestario. Las opciones son distintas. Lo que está claro es que estas nuevas condiciones económicas generan más ingresos públicos. En la cuestión de qué hacer con ellos importan mucho las opciones políticas. Sería puro papanatismo pensar que en España hay que reducir el déficit público en el mismo periodo de tiempo que en países que tienen resueltas sus necesidades básicas. Y sería también absurdo pensar que todos los países tienen las mismas necesidades de capital público.

P. ¿Siguen teniendo los gobiernos un papel importante?

R. Sí. Claro que la iniciativa privada tiene un papel esencial en la capacidad de emprender, pero se olvida muchas veces que el Estado que más ha contribuido a la generación de la nueva economía ha sido el Estado norteamericano, y con su presupuesto. Las condiciones de entorno, de ambiente para que florezca la nueva economía las ha puesto el Gobierno, gastándose muchos, muchos dólares. Si no hubiera habido una inversión tecnológica potente, unas asignaciones a investigación enormes, si no hubieran existido en EE UU unas universidades públicas, insisto, públicas, importantes, no existiría esta afloración tecnológica que tenemos.

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