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TRAGEDIA EN EL ÁRTICO

Rusia acepta ayuda exterior después de que se dejaran de oír señales de vida en el submarino

Los tripulantes del Kursk no dan señales de vida. Ya no piden con su morse a base de golpes contra las paredes del submarino que les salven. No se oye nada. Sólo el ruido de las aguas golpeando el casco. Todos los intentos de las cápsulas de salvamento para acoplarse a la escotilla han fracasado. Ante esta situación desesperada, el presidente Vladímir Putin dio la orden de aceptar la ayuda extranjera, "venga de donde venga", después de conversar con Bill Clinton. Los minisubmarinos continúan sus esfuerzos de rescate, pero, si por fin lo consiguen, lo más probable es que sea un rescate de cadáveres.

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El navío estadounidense que se halla en la zona desde la semana pasada tampoco ha detectado señal alguna que indique que a bordo del submarino nuclear existen personas con vida. A pesar de las escasas posibilidades, la Marina rusa sigue tratando de llegar de forma desesperada al interior del Kursk, con la esperanza de que estén ahorrando energía. Al mismo tiempo barajan la posibilidad de elevar la nave desde los 108 metros de profundidad donde ahora se halla a 50. Para ello se utilizarían pontones inflables. Si se consiguiera, submarinistas equipados con bombonas de oxígeno podrían alcanzar la escotilla. A esa profundidad, las corrientes ya no son tan fuertes como en la zona donde se encuentra el Kursk ni tampoco existen problemas de visibilidad, que son los que han impedido a los minisumergibles realizar el rescate.Además, desaparecería la inclinación de 25 grados del submarino, que hace que las cápsulas no puedan descender directamente sobre la escotilla, sino que primero deben tocar el casco y luego deslizarse hasta poder fijarse en ella, algo que ha complicado la misión de las cápsulas. También se ha mencionado la idea de poner de pie al Kursk, es decir, en vertical: como tiene 154 metros de eslora, casi 50 quedarían sobre la superficie. El principal impedimento para probar esta variantes es que el submarino puede quebrarse. Y si esto sucediera, el peligro de contaminación radiactiva sería grande.

Durante los intentos de rescate emprendidos por los minisumergibles rusos, uno de ellos sufrió daños debido a la tormenta, y anoche estaba siendo reparado mientras otros dos continuaban luchando contra el mar encrespado de Barents. A estos aparatos se les unirá el enviado por Londres.

La única noticia alentadora de ayer es que el submarino todavía tiene reservas de oxígeno para más de una semana. El viceprimer ministro, Iliá Klebánov, responsable del complejo de la industria militar, aseguró que el Kursk disponía de aire hasta el viernes 25. El almirante Vladímir Kuroyédov dijo, por su parte, que a pesar de la crítica situación, tiene esperanzas de que los tripulantes vuelvan a dar señales de vida próximamente.

El diario estadounidense The Washington Post informó ayer de que la Marina de Estados Unidos tenía en la zona en el momento del accidente un barco de superficie y dos submarinos. Citando fuentes militares norteamericanas, el diario asegura que el sábado se produjeron dos explosiones a bordo del Kursk. Fuentes navales rusas citadas por el diario digital Gazeta.ru, explican que en el instante del accidente un tercio de la tripulación del submarino atómico estaba en la parte delantera de la nave y como la Marina confirmó que el Kursk tiene inundados cuatro compartimentos de la proa, significa que hasta 75 hombres pudieron morir en las primeras horas.

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