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Japón instala espejos en las estaciones para evitar suicidios

Quejas de pasajeros

Una gran compañía japonesa de ferrocarriles ha empezado a instalar espejos en las estaciones para disuadir a quienes pretendan suicidarse en las vías. Enfrentada a un aumento de los suicidios de viajeros, la empresa JR-Este, que transporta cada día a 16 millones de pasajeros entre Tokio y su periferia, colocará espejos de dos metros de largo por 1,20 de ancho, a fin de que el desesperado vea su imagen antes de tirarse a la vía. El primer espejo ya está desde el 5 de agosto en la estación de Ogikuba.¿Puede ser disuasorio percibir la propia imagen en el momento de poner uno fin a su propia vida? Es lo que piensan los psicólogos consultados por la compañía: en cierto modo, se trata del narcisismo como remedio a los impulsos de muerte. No es seguro ese efecto disuasorio, pero las pruebas en la estación de Shinjuku, por la que transitan cerca de un millón de pasajeros al día, parecen alentadoras. JR-Este piensa instalar detectores que saltarán cuando alguien se acerque al borde del andén, y cubrirá con colores vistosos y fluorescentes los pasos a nivel. Antes la compañía probó métodos más convencionales (mejor iluminación, aumento de empleados en los andenes), pero en vano. Otro método, menos amargo para la empresa, es pedir una indemnización a las familias de los suicidas por los trastornos ocasionados.

En 1999 hubo 212 suicidios en la JR-Este, y de ellos 23 en la línea Chuo (Tokio). En nueve estaciones de esta línea se van a instalar espejos. Los suicidios llevados a cabo tirándose bajo un tren sólo son un 3% del total. Pero estos actos desesperados provocan retrasos de entre 40 y 50 minutos, y los pasajeros se quejan.Con la loable preocupación de evitar esos trastornos, la compañía afronta un problema social alarmante: los suicidios aumentan paralelamente a la curva ascendente del paro y de las quiebras. En 1998 hubo un 34,7% más que en 1997. Es el índice más elevado desde 1947. Y no parece que la tendencia vaya a bajar, pese a una ligera disminución en 1999.

La mayoría de los desesperados son hombres de más de 50 años, a menudo víctimas de la reconversión industrial, lo que parece confirmar el paralelismo entre crisis económica y aumento de suicidios. Éste es tan considerable que ha hecho retroceder ligeramente la media de la esperanza de vida de los hombres japoneses (77 años). A veces los padres arrastran a sus hijos a la muerte, pero se ignora el número de estos dramas, porque no hay estadísticas sobre suicidios familiares. Hasta mediados de los años noventa, el índice de suicidas japoneses permanecía en la media de los países desarrollados, con menos de 20 por cada 100.000 habitantes. Desde 1998 este índice ha pasado a ser de 26 por cada 100.000, uno de los más elevados del mundo

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