En la calle
Mientras el nuevo ministro de Exteriores de Israel solicitaba que el rey de España interceda en el pleito con los palestinos, el PP manifiesta su desacuerdo con el PSOE sobre la salida a la encerrona de la doble violencia vasca: la de alta intensidad desarrollada por ETA y la de baja intensidad de los activistas juveniles. Lo cierto es que ETA lleva la iniciativa desde el final de la tregua y el PP se ha cebado obsesivamente con el PNV como si fuera ya un juguete roto, propone a Mayor Oreja como lehendakari y, teóricamente, abre las puertas a un nuevo consenso antietarra. El PSOE dice que está tan de acuerdo con la necesidad de reconstruir ese consenso, que no comprende por qué el PP se pasa la Vida y la Historia propiciando a Mayor Oreja para jefe vasco, tratando de fundir al PNV en las tinieblas exteriores.Aquí hay mucha excomunión oculta. El PP aguarda la rotura interior y electoral del PNV; el PSOE presiente que si se complica la inflación y el terrorismo, cambiará la correlación de fuerzas con el PP, y el PNV parece inclinado a esperar a que el PP se la pegue contra el peñazo de ETA. Es decir, de momento parece necesitarse más terror para estar de acuerdo en quiénes y en qué han de estar de acuerdo, mientras el PP espera que caiga del árbol la fruta madura del PNV, y el PNV, que la lucha armada de ETA ponga contra las cuerdas al Gobierno español. Arzalluz advirtió a Aznar que ETA había sido la termita que había desgastado a los gobiernos de UCD y a los del PSOE y ahora le tocaría al del PP, demasiado confiado en la eternidad de su mayoría absoluta y en la bonanza económica que la propicia.
Aumentará la violencia etarra, mientras sus aparatos civiles buscan espacios de incidencia y aglutinamiento político en rechazo del Estado de las autonomías. ETA desafía y el PP no muestra otro fin que la división de la sociedad vasca le permita heredar la hegemonía electoral del PNV. ¿Qué pasará el día en que esa división social estalle en abierta, irreversible violencia directa entre paisanos?
En la calle.
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