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Entrevista:MUJERES EN ACCIÓN / 3

Laura Mañá, cineasta "¡Yo no sé nada de cine!"

Sexo por compasión, su primer guión y su primera película, ganó el último Festival de Cine Español de Málaga y el premio del público, y desde entonces la casi desconocida actriz Laura Mañá se ha convertido en una cineasta casi famosa. Actriz de Vicente Aranda -ella era una de las Libertarias-, asegura Mañá que ella de cine no sabe nada, que eso de que se inspiró en Buñuel es imposible, porque ha visto muy poco cine de Buñuel, que este verano espera poder verlo todo y el de Luis García Berlanga también.Su Sexo por compasión es una demoledora crítica contra lo establecido, protagonizada por una mujer que quiere conocer el mal cuando su marido la abandona por pura buena. Así que, ni corta ni perezosa, se redime entregando su cuerpo a los hombres de su pueblo, a los visitantes y a cualquiera que se acerque por la comarca. Y ellos, tan felices.

Pregunta. ¿Cómo le dio por ponerse a dirigir una película?

Respuesta. Primero porque soy actriz, y había estado mucho ya delante de la cámara; segundo, porque escribo desde hace seis años. Hice este guión y no quise dárselo a nadie, porque pensaba que era muy raro y que no me iban a dejar hacerlo a mi aire, pero al final lo llevé a la productora, me pusieron el examen de hacer un corto, les gustó y lo hicimos como yo quería.

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P. Ha dicho la crítica que hay un exceso de asuntos y talento en la película, que se le ha desbordado el proyecto...

R. Quizá es porque planteo muchas cosas y no respondo a ninguna. Prefiero no dar respuestas, que cada uno reflexione. La película trata sobre el amor, la religión, el sexo, y son cosas que cada uno debe indagar. Curiosamente, les ha gustado mucho a los jóvenes, seguro que es porque todavía se están haciendo preguntas sobre eso.

P. También se ha dicho que la película está inspirada en Buñuel.

R. Son cosas de los críticos. Nunca lo había pensado, desde luego no fue mi intención. Puede haber en ella algo de influencia del realismo mágico latinoamericano, pero de Buñuel... Claro, rodamos en México, en blanco y negro, en un pueblo asqueroso. Y sale un cura crucificado... La referencia era fácil. Pero la verdad es que yo conozco muy poco la obra de Luis Buñuel. Por decirlo suave, sólo la conozco a medias.

P. ¿Y de dónde sale entonces esta historia de putas y santas?

R. Casi todo en la película sale de las historias que me contaba mi madre de pequeña, cuando yo estaba en la cama con mis amigas. Ella es venezolana, una fabuladora fabulosa, y casi todos los personajes existen por ella, porque ella me los ha contado. Por eso le dediqué la película.

P. ¿Y cómo se casó con su padre?

R. Ésa es otra película. Fue un amor imposible, ella era aristócrata y él un emigrante, un topógrafo que fue a construir la Panamericana. Los separaron durante cinco años, y estuvieron sin verse, amándose en silencio. A ella la desheredaron, claro. Cuando él estaba a punto de morir, hicieron el amor en una camilla y él le dijo: "Me muero locamente enamorado de tí".

P. Qué bonito. ¿Y son ustedes muchos hermanos?

R. Somos nueve, y yo soy la pequeña. Nos llevamos un año entre uno y otro.

P. Sin herencia, lo pasarían mal.

R. La situación económica era mala. Comíamos todos con una pastilla de Avecrem.

P. ¿Y se sentían catalanes o venezolanos?

R. Yo nunca me he sentido catalana. Por eso quise irme a México a rodar, traté de abrir lo más posible el campo... En casa no hablábamos catalán, aunque yo lo aprendí luego, por mis amigos. Estudié Turismo para poder viajar mucho. Y luego hice teatro, lo que me costó ser la puta de la familia. Trabajé de traductora y de guía, pero decidí que lo que me gustaba era el cine. Hice algunas películas aquí, como Manila, que no fueron mal, y hace ocho años me fuí a París. Trabajé de actriz, pero como soy española siempre hacía de chacha. O de puta. Por eso me vine con la película. Porque no me fue bien allí. Aunque de ahí nació una película maravillosa, y también la próxima, que se llamará Morir en San Hilario y será una historia sobre la buena muerte. Una comunidad que vive para reunir dinero para morir bien.

P. Y esta fama relativa, ¿cómo la lleva?

R. No me he hecho famosa. Estoy contenta porque es la recompensa a lo duro que es hacer una película. Ahora querría irme a Suramérica sola con mi ordenador. Tenía claro que si no hacía la película como la quería hacer, no hubiera hecho más. Quedan muchos trabajos, muchos viajes por hacer. Y he firmado ese compromiso para hacer otras tres películas. Una locura, porque me da pavor, alergia. Si me hubiera cogido más jovencita, igual habría dejado correr la ambición. Pero, ahora, ya soy mayor, y no descarto irme a Borneo con los indios. No quiero entrar en ese mundo frenético donde todo el mundo está atacado. Yo soy muy tranquila.

P. Como la puta santa de Sexo por compasión, con perdón.

R. Mi madre no lo ve bien. Me dice: '¿Y eso, de dónde sale?'. Yo le digo que me ha salido muy personal, porque he intentado meter a los actores en mi universo. Trabajé mucho con ellos, los mimé. Ni siquiera hice castings. El único casting me lo hizo a mí Álex Angulo. Y con respecto a la puta, estoy hasta las narices de que se siga llamando así, despectivamente, a las mujeres que se acuestan con muchos tíos, mientras para el tío es un motivo de alarde. Veo a las adolescentes buscando que las quieran, acostándose por una búsqueda... No hay que juzgar a nadie, hay que dar siempre una segunda oportunidad. A mí me interesa más la gente que me cae mal en la primera impresión. Hay un por qué, y me gusta descubrirlo. No hay buenos ni malos, sino circunstancias distintas que te hacen ser mejor o peor.

P. Pero eso de acostarse con alguien por pena...

R. Hay gente que lo hace. Mucha gente me dice que lo ha hecho. Incluso, el otro día, un tío.

P. ¿No será una cuestión de soledad?

R. Puede ser. Yo casi siempre me siento muy sola, y por eso escribo. Tengo un libro de cuentos, y voy a escribir también una novela. Pero no tenemos tiempo para nada. En Latinoamérica eso pasa mucho menos. La gente tiene más tiempo y escucha más, es más receptiva. Yo, cuando vengo de viaje, soy feliz, pero cuando llevo aquí unos días recupero el mal carácter. Debe ser la edad, también, porque cuando eres adolescente no te pasa, hablas, escuchas, descubres el mundo. De mayor, te aburres, trabajas y dices 'esto ya lo he escuchado yo muchas veces'.

P. No sé por qué, pero da la impresión de que le falta un hijo para ser feliz.

R. Nunca he dejado de hacer cosas, he visto la muerte muy de cerca, he estado en situaciones extremas, he tratado de no tener miedo a vivir, he vivido a mil por hora, soy muy disciplinada y muy responsable, pero a veces me temo que caigo en las mismas cosas que critico... El día que tenga un hijo será distinto, porque entonces ya no vives para tí. Me encantan los niños, y si fuese por mí hubiera tenido ya muchos. El problema es encontrar la persona adecuada.

P. ¿No ha encontrado la pareja perfecta?

R. La persona perfecta no existe. Y yo soy una romántica, necesito mucho a la gente para ser feliz. Me nutro mucho de los otros, aunque eso al fin y al cabo es sólo egoísmo. Llevo ocho años con una persona que me permite vivir como quiero, pero no me sigue. Quizá el día que se cruce la persona que me siga... Pero cada vez es más difícil, porque te haces más maniático, más exigente, más mayor.

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