Tres años perdidos
EDUARDO URIARTE ROMEROEl fin de ETA está en manos del comportamiento de las fuerzas políticas democráticas, no de lo que esa organización, conocida su trayectoria, pueda hacer. ETA con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, hace más de tres años, lanzó todo su mensaje, demostró hasta dónde llegar y con qué procedimientos. Y cuanto más necesaria era la unidad entre los partidos políticos esa unidad se quebró. La estrategia del PP fue muy agresiva, a diferencia de la que hoy muestra el PSOE, alentó la ruptura y dio coartada a los radicales del PNV. La del PNV, equivocada, con el tiempo irresponsable, giró radicalmente otorgando legitimidad política a los que aislados en su autismo habían culminado la etapa final de todo grupo terrorista. ETA estaba en su momento final y entonces el PNV articuló con ella una estrategia común que avaló y prestigió su necesidad histórica.
Nadie debiera negar cierta dosis de buena voluntad a un PNV que se sintió animado por la consecución de la tregua. Pero mucho antes de que ETA la rompiera, la misma naturaleza de la estrategia "soberanista" que suponía la adopción de un sectarismo frentista criminógeno, con el repudio del fiel socio de gobierno durante doce años, el PSE, y la radicalización de los objetivos, imposibles en democracia a menos a corto plazo, iban indicando el final, el resultado violento, de lo articulado por el nacionalismo. Sólo la creencia en las propias mentiras, -los totalitarios creen en sus propias mentiras en palabras de Orwell-, las expectativas de dialogo y paz imposibles y las consecuencias internas en el PNV ante cualquier rectificación, nos han llevado a este desastre. No sólo a que la ofensiva de ETA sea muy grave, sino a que la situación institucional en Euskadi está peor que nunca trasladando el desamparo y la perplejidad al ciudadano. Desde esta columna se había avisado que cuando llegara septiembre sería peor.
Los muertos han ido por barrios; al final cae un inocente cercano al PNV. Lógica indignación, "uno de los nuestros", dice Sodupe. Era de todos, pero el concepto de lo nuestro es tal, se sorprende que hayan matado a un nacionalista de la linea dura, como si eso le importase a ETA, que es incapaz Sodupe, en su dolor, de ver que los muertos, como Euskadi, son de todos. ¿Se podía esperar algo de Lizarra, donde "lo nuestro", elevado a una alta potencia, no acabara en el más sectario de los totalitarismos?
Desde hace tiempo se podía observar que la patria, la ikurriña, teñida con tanta sangre de gente inocente no podía ser una patria para muchos ni una enseña para todos. Para colmo Lizarra expulsaba un poco más, se diluía la adhesión patriótica a un proyecto en común. El PNV lo apoyó y el PP estuvo al quite. Momentos para la decepción. ETA vive de nuestros errores.
El diálogo es posible, es necesario, pero el diálogo entre las fuerzas que asumen y son hijas del sistema democrático, lo otro ahora es imposible. Diálogo entre las fuerzas que creen en la delegación y distribución de los poderes, en el Estado liberal, en la legitimidad de las instituciones. El diálogo entre esas formaciones es imprescindible porque, si no, el diálogo que triunfará es el de los que están en contra de este sistema, los que creen en la patrimonialización medieval, los del Antiguo Régimen, como fue el que se dio en Lizarra y cuyos resultados sufrimos.
Es de esperar que esta fracasada experiencia con traca final atroz sirva para el futuro, puede ser sólo un canto al optimismo. Para que sirviera cara al futuro lo mío, lo tuyo, lo nuestro (la pérfida patrimonialización medieval) debe ser de todos. Es Estado de todos, y el respeto a las reglas de juego democráticas y la legitimación del Estado de derecho fundamental. Si no bailaremos al son que marque ETA y los finales de las legislaturas lo seguirá marcando ella. ¡Qué brutal protagonismo se les ha otorgado!
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