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Dos semanas para Gore

Tiene Al Gore dos semanas por delante para intentar contrarrestar la ventaja de más de 10 puntos que le saca Bush en los sondeos, incluidos los independientes y las mujeres. Dos son sus grandes cartuchos: el nombramiento, el martes, de su candidato a la vicepresidencia y la Convención Demócrata, que se celebrará en Los Angeles a mediados de mes. Los demócratas empiezan a ponerse nerviosos. Uno de sus líderes, el senador por New Jersey, Robert Torricelli, reconocía ayer que la incursión de Bush en cotos vedados del Partido Demócrata es inquietante. Torricelli reconoció que los republicanos "han triunfado de momento" en su objetivo de diseñar una nueva imagen. La tarea de Gore va a ser intentar convencer a los electores de que ese cambio es cosmético. Va a utilizar el historial de Bush en Tejas y la actitud de la mayoría republicana del Congreso. Pero Gore no puede jugar sólo a ser negativo si pretende que se cumpla la ley, que afirma que un vicepresidente de un presidente popular tiene asegurado su acceso a la Casa Blanca en tiempos de crecimiento económico. Gore está obligado a añadir atractivo popular a una personalidad muy inteligente y eficaz, pero también muy robótica.

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