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Perseguido por el gran 'capo'

Hasta que el Gobierno decidió aceptar la entrega a Italia, Giovanni Greco vivía relativamente tranquilo en una lujosa urbanización llamada Cala Llombarts, en el municipio de Santanyí, a 59 kilómetros de Palma de Mallorca. Una vez que el Tribunal Constitucional decidió, el pasado 12 de junio, anular su extradición, a Greco sólo le quedaba un enemigo, aunque más peligroso que la Justicia.Se trata de Totó Riína, el gran capo de la Mafia siciliana, encarcelado desde hace años, líder del poderoso clan de los corleoneses, que dirige en la clandestinidad Bernardo Provenzano, desaparecido desde hace 30 años.

Antes de exiliarse en Mallorca, Greco pertenecía a la facción considerada moderada y opuesta a los crueles métodos de los corleoneses, liderados por Riína. Ellos fueron los autores del asesinato, en 1992, de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

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Los corleoneses habían colocado en el centro de la diana al grupo de Greco. Primero asesinaron a su jefe directo, Stefano Bontade, lo que permitió a Riína convertirse en líder indiscutido de la Mafia. Greco, que tenía 22 años, intentó contraatacar y asesinar a su primo, Pino Greco, pero le salvó el chaleco antibalas. Luego acabaron con su padre, Salvatore. Y cuando mataron al hermano de Ángela, su compañera sentimental, la pareja huyó de Italia.

Primero fueron a Brasil, luego a Ibiza y al final, en 1982, acabaron en Palma de Mallorca, donde estaban exiliados y, hasta ahora, a salvo de la justicia italiana.

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