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Tribuna:Viaje al futuro
Tribuna
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EL NUEVO ESCENARIO DIGITAL

Qué ocurre en un mundo en el que los átomos se sustituyen por bits, y en el que todo lo que estaba conectado por alambre se convierte en inalámbrico, y viceversa?Lo que no debemos olvidar es que los bits son bits. En el mundo digital no hay películas, ni revistas, ni temas musicales; sólo hay unos y ceros, para los que ni siquiera contábamos con un nombre hasta 1946, cuando el estadístico de Princeton, John Tukey, concatenó las palabras binario y dígito para formar el término "bit".

Durante los 25 años siguientes, los bits sólo tuvieron interés para unos cuantos miembros especializados de la comunidad científica. Pero, últimamente, los bits han cobrado importancia para todo el mundo porque podemos representar cualquier cosa como bits, cualquier cosa. En un futuro no muy lejano podremos describir el cuerpo humano con bits, y experimentar los nuevos fármacos en estos modelos en lugar de hacerlo en seres humanos.

El elemento significativo no son los libros, las revistas o los periódicos, lo importante son las palabras. Y las palabras no van a ningún lado: son una de las formas más poderosas y eficaces de comunicación humana. Unas pocas palabras -es decir, unos pocos bits- pueden crear religiones, hacer la paz o la guerra. Cuando esas palabras se presentan ante el ojo (en contraste con el oído), se presentan como texto. En el pasado únicamente podíamos representar el texto imprimiéndolo sobre un papel, tallándolo sobre piedra, o escribiéndolo con humo.

Ahora tenemos la capacidad de hacer algo nuevo. Podemos reducir el texto a bits (que no podemos ver ni oír), coger esta nueva representación y almacenarla, manipularla o transmitirla, y después representarla en un monitor de ordenador o sobre un papel. Lo mismo es válido para la música, las películas y las fotografías. Aunque todo el mundo lo reconoce, pocas personas tienen idea de la cantidad de bits que se necesitan para conseguir una representación en comparación con la otra. Por ejemplo, cuando leemos un libro, consumimos aproximadamente tres millones de bits por hora (en caso de que ustedes lean a la misma velocidad que yo). Cuando vemos la televisión, consumimos tres millones por segundo. Evidentemente, no todos los bits son creados iguales.

- Entender el ancho de banda. El ancho de banda es la capacidad de mover bits. La banda ancha es la capacidad de mover muchos bits por segundo. Aunque todo el mundo parece hacerlo, comparar el ancho de banda con el diámetro de una tubería es engañoso, porque nuestro consumo de bits no es análogo a beber de una manguera de jardín o de extinción de incendios. Los bits no los consumimos necesariamente de forma continua -como el agua-, y aunque lo hiciéramos, eso no significa por obligación que nuestros ordenadores tengan que recibirlos de esa manera.

Uno de los cambios más profundos que el mundo digital ha permitido es la capacidad de ser asincrónico, en las escalas temporales más pequeñas y más grandes. En el sentido más pequeño, esto nos permite utilizar nuestros canales de comunicación de forma eficaz; por ejemplo, entrelazando las conversaciones de la gente -empaque-tándolas- de forma que muchas personas comparten un mismo canal sin ser conscientes de estar haciéndolo. En el sentido más amplio, podemos alargar, contraer o cambiar nuestro tiempo personal con nuevas maneras, dejando y recibiendo mensajes según nos convenga. A una escala aún mayor, el comportamiento social también se hará más asincrónico, y todos nosotros nos moveremos a un ritmo mucho menos fijo y con mayor cadencia personal que en la actualidad. Nuestros tataranietos encontrarán muy raro que sus antepasados fueran a trabajar en coche o se concentraran en torno al televisor en un determinado momento.

Pero en este mundo nuevo, una mayor amplitud de banda no es necesariamente mejor, ni tampoco es justo lo que queremos. Y cuando lo queramos, no será necesariamente para sentarnos ante un dispositivo y consumir varios miles de millones de bits por hora. Es mucho más probable que queramos un millón de bits en una fracción de segundo, seguido de una pausa. Nuestro futuro consumo de bits estará ligado a la forma de la conversación.

Lo que es más, el usuario dominante de Internet en el futuro ni siquiera será persona. Serán máquinas que hablen entre sí en formas que no podemos ni imaginar. Para ellas, el goteo de información o la transmisión a billones de bits por segundo son opciones que no tienen un significado en concreto para las personas. Estos bits llegarán cada vez más de forma inalámbrica.

- Ser inalámbrico. Los enchufes son el pasado. La necesidad de estar enchufado va desapareciendo por dos motivos: tecnologías mejores para las baterías -o unos dispositivos que consumen menos- y un uso mejorado de las radiofrecuencias, las denominadas RF. Al final, todo lo eléctrico hablará al resto de aparatos de forma eléctrica, utilizando unas comunicaciones inalámbricas muy perfeccionadas. En definitiva, todo el tráfico de larga distancia se transmitirá por fibra, y todo el tráfico de distancias cortas se transmitirá por frecuencias de radio.

Hoy puede que tengamos una o dos docenas de dispositivos inalámbricos (radio, teléfono móvil, televisor, buscapersonas, las llaves del coche, una serie de mandos a distancia...). Mañana quizá tengamos miles de ellos.

Un lugar en el que encontraremos estos microdispositivos inalámbricos será en el empaquetado, cuando las etiquetas identificativas de radiofrecuencia sustituyan al código de barras universal de producto (esas barritas verticales que leen los escáneres del supermercado). Con las nuevas tecnologías de impresión, será posible imprimir etiquetas activas directamente en los paquetes: minúsculos ordenadores que emiten su identificación, precio y demás características (como la fecha de caducidad).

De esa forma, una nevera o el armario de las medicinas será capaz de saber lo que tiene en su interior. Un paquete podrá ser consciente de la ausencia o presencia de cada pastilla. En el futuro, todos estos objetos inanimados serán capaces de hablar entre sí y transmitirse mensajes entre ellos.

Los ordenadores están saliendo del armario. Nuestros nietos contemplarán los ordenadores personales como pintorescos artefactos, tan comunes el día de mañana como hoy puede serlo un congelador.

- La línea divisoria digital. Quienes hacen predicciones en materia tecnológica han tardado demasiado tiempo en darse cuenta de que Internet tendrá mil millones de usuarios y alojará comercio electrónico por valor de un billón de dólares dentro de un año. Ahora parecen entenderlo, pero están cometiendo un nuevo error. Han identificado bien el pastel, pero mal la distribución.

La descripción típica del futuro de Internet indica que el 50% corresponde a Estados Unidos, el 40% a Europa, el 5% a Japón y Corea y el 5% restante al resto del mundo. ¡Menudo error! Prepárense para la sorpresa que nos guarda el resto del mundo. En un plazo de tres años, el mundo en vías de desarrollo representará más del 50% de Internet. Tres años después, el idioma más utilizado en la red será el chino.

Un motivo por el cual calculamos mal la capacidad del mundo de aprovechar el poder de Internet es que infravaloramos el poder de los imperativos. Muchas personas pueden compartir una única conexión, que proporcione acceso a todo un mundo de bibliotecas para una escuela que anteriormente incluso carecía de libros. Esa relación de uno a uno con el ordenador que disfrutamos en Estados Unidos no es la única forma de estar conectado.

Por algún motivo entendemos que una empresa pequeña y pobre pueda repentinamente competir con las compañías grandes y ricas, pero no nos damos cuenta de que también un país pequeño y pobre puede competir en el mercado mundial con los grandes y ricos. Y para sorpresa de todo el mundo, lo hará. Y si no, esperen.

© Time

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