Aznar aseguró al líder del PSOE que ambos tendrán una buena relación porque no serán rivales en 2004
El cambio tranquilo también ha llegado a la relación que el presidente del Gobierno, José María Aznar, quiere mantener con el nuevo líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero. En la entrevista que celebraron el miércoles de la semana pasada, la primera entre Aznar y el recién elegido secretario general del PSOE, el presidente del PP aprovechó para confesar en tono personal a Zapatero que en su relación había un hecho "singular" que iba a facilitar su buena comunicación, al constatar que con su anunciada retirada y su reafirmado compromiso público de no presentarse como candidato a las elecciones generales del 2004 ellos dos nunca se iban a medir en las urnas.Este dato cobra aún más relevancia en los últimos días, en los que significados dirigentes del PP, como Rodrigo Rato o Javier Arenas, han insistido en mantener en público que el único candidato que tienen en estos momentos para la presidencia del Gobierno en esos comicios es Aznar. Frases más o menos de compromiso, que en ningún caso quieren decir, por ahora, que el PP se plantee una ofensiva para convencer a Aznar de que renuncie a cumplir su palabra.
Rodríguez Zapatero no contestó nada a ese comentario de Aznar. Tampoco le aclaró que en el PSOE no está nominado todavía el candidato. Ni le explicó que el 35º Congreso Federal había aprobado el sistema de primarias para determinar quién será el encargado de encarnar esa figura, a la que Rodríguez Zapatero aún no se ha postulado, aunque todo apunta que finalmente lo hará.
Tanto Aznar como Rodríguez Zapatero sí transmitieron a sus colaboradores más próximos ese comentario teóricamente anodino como un dato que apunta a que entre ambos ha surgido al menos una corriente de menor rivalidad política y enconamiento personal que la que el líder del PP sostuvo tanto con Felipe González como con Joaquín Almunia o incluso con José Borrell.
En el entorno de Aznar, tanto en La Moncloa como en el PP, está asumido que la cuestión de la sucesión en ese partido es un asunto prohibido, en el que no se debe entrar para no precipitar acontecimientos. Aznar quiere postergar ese debate lo máximo posible, incluso para después del XIV Congreso Nacional, previsto para enero del 2002. Y él, claro está, pretende reservarse algo más que una opinión relevante sobre ese recambio de cartel electoral, además de no renunciar a seguir como presidente del PP.
El jefe del Ejecutivo, de hecho, no considera oportuno hablar en estos momentos sobre cuál debe ser el método con el que el PP debe resolver ese enigma. El jueves pasado, tras entrevistarse con el primer ministro de Tunez, Aznar se negó a pronunciarse sobre el sistema de primarias. Pero sí afirmó que ese procedimiento, directo, libre y secreto de votación de los delegados al congreso socialista es tan democrático como el utilizado por el PP, que no se cambiará, en el que el candidato se designa por aclamación en una Junta Directiva Nacional del partido.
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