"Aquí no se apoya suficientemente a los jóvenes músicos"
Alejandro Alumbreros (Bilbao, 1973) es un pianista que ha logrado vivir de la música, una meta a la que muchos jóvenes intérpretes aspiran. A sus 24 años, una beca de la Diputación vizcaína le llevó hasta la Universidad Carnegie Mellon, de Pittsburgh, y desde entonces vive en esta ciudad estadounidense, donde es maestro repertorista del Teatro de la Ópera, miembro de la compañía Pittsburgh Savoyards y profesor en el Instituto de Artes Creativas y Escénicas. El pasado viernes ofreció un concierto en Sopelana acompañando al piano a la soprano Ami Bouterse, en un recital que incluyó el estreno mundial de Tres rimas de Darío, la última composición de Jorge Muñiz-Salas.Pregunta. ¿Cuándo y cómo decidió usted dedicarse a la música?
Respuesta. Cuando terminé el bachillerato, a los 18 años, me planteé dedicarme profesionalmente a la música. El primer recital que di fue a los 17 años en el Conservatorio Juan de Antxieta y desde entonces habré dado unos 300 recitales en España y Estados Unidos. Cuando empecé, llegó un momento en el que vi que ya aquí no podía aprender más y entonces me fui al extranjero.
P. ¿Qué necesita un joven intérprete para poder vivir de la música?
R. El mundo de la música no es nada fácil. Necesitas valer, contar con ayudas y tener suerte. Es una conjunción de cosas que yo he tenido. Lo que es difícil es llegar arriba del todo. Para eso cuenta mucho la suerte; tienes que estar en el sitio justo en el momento adecuado.
P. La mayoría de los artistas jóvenes han tenido formación en el extranjero. ¿Hay que salir fuera para poder triunfar?
R. A los músicos se les reconoce más en el extranjero. Cuando yo llegué a Estados Unidos, la gente me preguntaba cuál era mi profesión y cuando les decía que era pianista, se interesaban mucho. Aquí en cambio, se quedaban igual. En Pittsburgh se respeta muchísimo a los intérpretes porque hay una tradición musical tremenda.
P. ¿Se apoya suficientemente aquí a los jóvenes intérpretes?
R. El otro día estuve hablando con la directora de Juventudes Musicales, y me di cuenta de que aquí las cosas no han cambiado mucho desde que me fui. Hay muchos problemas para encontrar locales para dar recitales y, si se consiguen, no sé si por falta de publicidad o porque a la gente no le interesa, casi no va público. Es muy triste saber que hay gente en Bilbao y en el País Vasco con una valía musical extraordinaria y que no tiene salida. No se apoya al joven músico, con lo que la única alternativa que les queda es esperar a que haya una vacante en la Sinfónica.
P. Usted ha conseguido trabajar en Estados Unidos por una beca de la Diputación. ¿Su caso es una excepción?
R. Sí y lo agradezco muchísimo porque, aunque la beca no cubre todos los gastos, me ha permitido estudiar allí.
P. Joaquín Achúcarro ha sido uno de sus profesores. ¿Qué le han aportado sus clases?
R. Achúcarro no es sólo un un buen profesional y un buen maestro. Es una persona tan buena y tan agradable que enseña no sólo la técnica del piano; también te hace ver que es posible dedicarte a la música y llegar a lo más alto sin dejar de ser buena persona, y lo tengo muy en cuenta. Hay mucha gente que te hace ver que para dedicarte a la música tienes que ser muy duro y muy divo. Esto se ve en los cantantes de ópera, que son muy divos y eso les hace ser muy odiados.
P. ¿Se ha llevado algún chasco con algún famoso músico?
R. El último que recuerdo fue en Pittsburgh donde fuimos un grupo de músicos y cantantes a escuchar un recital de Marilyn Horne. Al final del concierto, un profesor nos la presentó, pero ella ni nos miró. Es un ejemplo de en lo que se convierten los músicos y cantantes que triunfan. Son tan divos que ni siquiera se dignan a hablar con otras personas.
P. Ha recibido clases también de Ludmila Ivanova, Galina Egiazarova y Alfonso Maribona, entre otros maestros. ¿Cómo fue la experiencia?
R. Todos te enseñan algo, tanto de técnica de piano como de diferentes formas de interpretar piezas musicales. Pero los que más me han aportado y con los que más relación he tenido han sido Alfonso Maribona, Serghei Yerokhin y Javier Hernández.
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