La UE admite que "la inmigración cero es un absurdo"
Ni leer, ni escribir
Los ministros europeos de Interior y Justicia admitieron ayer que "la inmigración cero es un absurdo". Así lo proclamó ante sus colegas el ministro francés del Interior, Jean-Pierre Chevènement, que recibió el apoyo público sobre esa cuestión por boca del español Jaime Mayor Oreja. Chevènement rechazó lo que calificó de dos demagogias: "El mito de la inmigración cero, fuente de todas las xenofobias", y el "angelicalismo sin fronteras, acelerador de todos los desequilibrios". El ministro francés dirigió las reflexiones de los ministros de Interior y Justicia sobre el futuro de la inmigración y sus efectos sobre Europa, así como los debates sobre las soluciones posibles para acabar con el tráfico ilegal de personas. La presidencia francesa confirmó que va a presentar una propuesta para penalizar a los transportistas culpables de ese tráfico, entre las que se incluye una multa de 2.000 euros (algo más de 330.000 pesetas) a los camioneros por cada inmigrante ilegal que sea descubierto en su vehículo.El debate de la inmigración reposa cada vez más en términos de materialismo económico y menos en conceptos políticos de justicia social. Los ministros hablan cada vez con menos sonrojo de la importancia que los inmigrantes representan como mano de obra flexible y como el gran remedio para solventar los problemas de envejecimiento de la población europea. Un mensaje que tiene el doble filo de tratar como mercancía a los ciudadanos de los países más pobres, pero que al mismo tiempo tiende a resaltar los efectos positivos que la presencia de los inmigrantes puede tener en la población europea.
El extremismo del utilitarismo lo representó la ministra danesa del Interior, Karen Jespersen, al preguntarse sobre el interés que podía tener su país en aceptar la entrada de emigrantes somalíes analfabetos, "que quizá no sirvan ni para hacer de barrenderos". Le respondió el británico Jack Straw diciéndole: "En esta mesa ya hay un somalí, el ministro británico". Straw es hijo de inmigrantes polacos que llegaron al Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial sin saber leer ni escribir, ni hablar inglés.El debate económico se centró en el problema de las futuras necesidades laborales de Europa, aunque el anfitrión puso en duda las cifras divulgadas por la ONU en marzo que pronostican que Europa necesitaría hasta 700 millones de inmigrantes para mantener la actual proporción de cuatro trabajadores activos por cada jubilado. Chevènement tampoco dio mucha fe a los pronósticos de la ONU sobre la necesidad de 79 millones de inmigrantes, aunque sí admitió como más razonable que hicieran falta 47 millones de inmigrantes para mantener la actual población europea en 2050.
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