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¿Qué hará Gaspart con los Boixos Nois? XAVIER RIUS-SANT

Es difícil saber si las declaraciones de Lluís Bassat sobre la complicidad de la anterior directiva del Barça y del hoy ya nuevo presidente, Joan Gaspart, con los Boixos Nois benefició a la candidatura del publicitario o si servirán, al menos, para que la directiva reconozca sus responsabilidades. Porque en un club que se cree el ombligo y el alma de Cataluña y el mejor equipo del mundo, reconocer que hay gente poco deseable que la directiva ha apoyado para poder disponer de aficionados entusiatas es políticamente incorrecto.Ni en los programas televisivos, ni en los libros que se publicaron con motivo del centenario del Barça, nadie quiso hablar de esa realidad que se agrupa en la grada jove exhibiendo parafernalia nazi. En Cataluña gusta mucho la endogamia, considerarnos no sólo diferentes, sino también eternamente incomprendidos. El mismo Bassat ha sido el publicista autor de esos eslóganes cumba-convergentes de Som sis milions y Anem endavant! El Barça es un club distinto a todos, con una esencia de país que no podían sentir otros. Pero en ese mismo Barça de Nicolau Casaus, que hacía derramar más de una lágrima en las cenas con las peñas cuando, a la hora del brindis, el anciano directivo recordaba que en los años del franquismo estaba prohibido decir "visca Catalunya", pero nosotros gritábamos "visca el Barça!", otros directivos permitían la entrada gratis a los Boixos, ponían a su disposición un local para que se reunieran y confeccionaran parcartas con contenidos nazis, y les facilitaban los desplazamientos en autocar.

Los Boixos han gozado de todo tipo de privilegios con el apoyo de Joan Gaspart y de otros directivos pese a realizar exaltaciones del fascismo, haber agredido a miembros de otras peñas azulgrana e incluso generar problemas de seguridad al permitirse en ciertas ocasiones que se superase el aforo del gol nord. Otras peñas azulgrana, como Sang Culé, que no compartían los ideales de los Boixos, han tenido que desaparecer del Camp Nou al no poder garantizarles los sevicios de seguridad su derecho a mostrarse sin ser acosados. Y aunque en el campo los Boixos, en principio, entran sin armas blancas ni de fuego, algunos de sus cabecillas, fuera del estadio, debidamente armados, han sido presuntos autores de ataques a transeúntes o aficionados del equipo contrario, agresiones contra minorías étnicas o sexuales, y cazas salvajes de socios del Espanyol.

Los Boixos Nois tienen una conocida historia desde cuando surgieron como un grupo juvenil. Ya en la liga 84-85 comenzaron a tomar actitudes racistas al insultar al portero camerunés del Espanyol N'Kono, juntándose con jóvenes skins e iniciando las cacerías de miembros de la Peña Juvenil del Espanyol, mucho antes que nacieran las Brigadas Blanquiazules. Pero la directiva no reaccionó hasta 1986, tras la trágica muerte de 36 aficionados en la final de la Copa de Europa en Heysel, debido al vandalismo de los hooligans del Liverpool, cuando los Boixos plantaron en el gol sud del Camp Nou una pancarta con el lema Gracias, Liverpol y la estrella de la bandera independentista catalana fue sustituida por la cruz gamada.

Ello asustó a la directiva, y fueron trasladados a la tercera gradería, pero tras una época de poca actividad aparecen líderes que, dándose a conocer en los medios de comunicación, reactivan los Boixos y consiguen su retorno a la grada jove del gol sud. Alguno de estos líderes, como Josep Lluís Sureda, a quien otras peñas acusaron de ser un teórico del nazismo, al parecer impuso la estrategia de nada de violencia dentro del estadio, libertad de acción fuera. Y aquí empezaría un rosario de actos como el presunto asesinato de Federico Raquier frente un hotel de Sarrià y supuestos homicidios frustrados o consumados de mendigos, travestidos o inmigrantes. Sergi Soto, el dirigente de los Boixos fallecido, en cuya memoria el Camp Nou guardó un minuto de silencio en 1997, fue uno de los líderes más activos de este nazismo azulgrana. Soto había sido condenado en 1992 por atacar a un socio del Espanyol y en 1995 por agresión a un magrebí, y tuvo otro juicio por expresar en televisión opiniones favorables a la violencia contra los africanos.

Evidentemente, otros clubes, como el Espanyol, tienen colectivos igualmente peligrosos. Las Brigadas Blanquiazules, o al menos algunos de sus miembros, también han perpetrado actos de violencia, apología del fascismo y agresiones a simpatizantes de otros clubes. Y en ocasiones Brigadas y Boixos se han enzarzado entre sí, retroalimentándose con sus peleas.

En el Barça del 2000, que dice ser embajador de Cataluña ante el mundo, hay un grupo con dirigentes fascistas -algunos de los cuales rondan ya los 30 años- que ha tenido el apoyo del club. Al margen de quienes fueran los autores de los insultos y las agresiones que tuvieron lugar el día de las votaciones, Bassat ha tenido al menos la valentía de denunciarlo. Está en las manos de la nueva directiva que eso continúe o no.

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